Señor Director:

A lo largo de su vida, la persona humana tiende a relacionarse con los fantasmas de su pasado. Ya sea desde un ámbito estrictamente personal, familiar, profesional o social, cada cierta periodicidad allí se les encuentra, murmurando o susurrándonos, recordándonos su presencia.

En su memorable novela, “La insoportable levedad del ser”, Milán Kundera nos recuerda que “la carga más pesada es la vida vivida con el peso de una existencia fija, inmutable: los fantasmas del pasado no son los que más nos persiguen, sino nuestra imagen inmutable”. Con esto, el escritor checo pareciera sugerir que son precisamente nuestros sistemas de creencias, convicciones o prejuicios los que impiden que podamos adoptar cambios o avanzar en la vida. Que podamos, al final del día, liberarnos del peso de nuestros fantasmas.

Siguiendo a Kundera, pareciera que los rasgos que asume el semblante fantasmagórico del actual gobierno, y del Presidente Boric en concreto, es esa ambivalente y equívoca danza que viene interpretando junto a la violencia. Si hasta hace no mucho tiempo esta era entendida con cierta aceptación (a veces tácita y a veces expresa), tolerancia e incluso justificación por algunos sectores del Gobierno, hoy ese peso se ha transformado en su piedra de Sísifo: han de cargar con ella una y otra vez precisamente por la persistente ambigüedad con la que ascienden la montaña.

El interminable, y hasta ahora infructuoso, esfuerzo que entabla esta administración en materia de seguridad se explica a partir de la propia naturaleza del conflicto: resistirse a reconocer la existencia de ese inmutable fantasma de su pasado y enfrentarlo. Hasta que no se acepte la necesidad de dicho ejercicio, su fantasma persistirá siempre detrás.

Pedro Villarino Fresno
Investigador Faro UDD