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Editorial
Jueves 16 de marzo de 2023
Cambios y desafíos en la Cancillería
Elevadas son las expectativas provenientes de los méritos del nuevo canciller para abordar formidables desafíos en la dinámica de las relaciones internacionales.
El cambio completo, sin precedentes, en la plana mayor de la Cancillería, que incluye a la canciller y subsecretarías, es significante del interés del Ejecutivo por fortalecer la gestión internacional y evitar nuevos desencuentros, descoordinaciones y desaciertos para abordar la acción diplomática con solidez y profesionalismo. Lamentable, en todo caso, es la salida de la subsecretaria Ximena Fuentes, de idoneidad indiscutida y meritoria defensa en el caso Silala.
El nombramiento de Alberto van Klaveren como máxima autoridad del servicio ha sido recibido transversalmente como un acierto del Presidente.
De reconocida capacidad, preparación profesional, unida a la acumulada experiencia en planificación, administración, formulación y ejecución de la política exterior, más su conocimiento directo de la gestión y temas relevantes para la defensa de los intereses nacionales, se conjugan con sus cualidades personales, probadas en diversas circunstancias y foros, elementos que aportan condiciones favorables para una nueva etapa que consolide el prestigio del Ministerio y la imagen de Chile en el extranjero.
Elevadas son las expectativas provenientes de los méritos del flamante canciller para abordar formidables desafíos en la dinámica de las relaciones internacionales, en un mundo multipolar, cambiante y globalizado, con distintas repercusiones para Chile, en que compiten por influencia grandes potencias en medio de una guerra en Europa y disputas territoriales en el Indo-Pacífico, ante amenazas y transgresiones a la paz, orden y seguridad mundial, democracia, medio ambiente y derechos humanos, tema correctamente abordado por la canciller saliente.
Cabe agregar los retos de problemas regionales e interamericanos derivados de asimetrías, regímenes autocráticos, ideologismos, populismos, proteccionismos y frustrados intentos en integración latinoamericana que dificultan la indispensable cooperación para mejorar las legítimas aspiraciones de bienestar de los pueblos y acciones conjuntas en el multilateralismo. Indispensable al respecto, en lo inmediato, es terminar con el negativo silencio del Presidente y Cancillería ante el obstruccionismo e intromisión indebida del Presidente Andrés Manuel López Obrador en el funcionamiento de la Alianza del Pacífico.
En lo más próximo, con la obligada prioridad en la agenda diplomática, están las relaciones vecinales amagadas por crisis internas en los países limítrofes; reclamaciones encontradas, como ocurre con Argentina, sobre la plataforma continental extendida; intromisiones inaceptables del Presidente Fernández y su embajador en Chile en nuestros asuntos internos; inconvenientes declaraciones del gobierno chileno sobre la situación peruana, y falta de cooperación en materia migratoria y tozudo desconocimiento de los tratados internacionales, por Bolivia.
En medio de las dificultades se presenta capitalizar las oportunidades que puede impulsar la Cancillería y sus misiones, más allá de las relaciones políticas, libre comercio y la inversión extranjera, las destinadas a facilitar el acceso a la ciencia, tecnología, conocimiento e innovación de vanguardia.
El aprovechamiento del potencial de la Cancillería y la satisfacción ágil de la promoción de los intereses nacionales dependerán de una debida coordinación entre sus equipos, ministerios, instituciones y reparticiones públicas con incidencia en los asuntos internacionales, complementación con el sector privado y debida integración, sin atolondramientos e intervenciones oficiosas de asesores inexpertos e inorgánicos, amparados indebidamente en la autoridad constitucional del Presidente, como conductor de la política exterior, situación lamentable que se ha repetido en la actual y anterior administración.