El ministro de Transportes anunció que no habría alza en las tarifas de las micros y del metro durante el primer semestre del año. Según el subsecretario de la cartera, este anuncio se puede hacer “porque los ingresos que está teniendo el sistema superan a los costos, por lo menos en este momento”.

Sin embargo, lo anterior implica que aumenten las distorsiones en el sistema, como ha ocurrido también en otros sectores, como las tarifas eléctricas, cuyos costos están por debajo de los reales. Si bien se puede argumentar que el transporte público merece ser subsidiado debido a que reduce las externalidades de contaminación y congestión, esto no significa que cualquier monto de subsidio sea apropiado. Antes del congelamiento de tarifas, el subsidio era de aproximadamente un 40% de la tarifa. Actualmente se acerca al 60%. Esto se debe a que los pasajeros del sistema han caído, ya que no se ha recuperado el nivel de pasajeros previo a la pandemia del covid, y a que en el intertanto los factores de costo del sistema se han elevado: los conductores, el precio del dólar y el de los combustibles.

Un argumento que se esgrime para no subir la tarifa del transporte público es que esta representa un desembolso importante para hogares golpeados por la pandemia y la crisis económica. Este razonamiento, sin embargo, omite que los salarios nominales se han elevado un 24,6% desde octubre de 2019, por lo que el transporte público representa un porcentaje menor de los salarios respecto de esa fecha.

El problema de no ajustar las tarifas es que el subsidio va en constante aumento. Si bien el ministerio asegura que el subsidio aprobado en mayo de 2022 alcanza a financiar el sistema sin aumento de tarifas, el hecho de que el Congreso haya aprobado un alza en el subsidio no significa que el mayor costo del transporte haya desaparecido. El país tiene menos recursos para otros servicios que provee el Estado, como salud, educación, cultura, ciencias u otras actividades. Básicamente el subsidio actual no respeta el principio que señala que un subsidio en el margen debe ser igual al cambio en la externalidad que se pretende corregir, y que este efecto debe igualarse entre todos los sectores.

El Gobierno dispone de alternativas. Por ejemplo, un mejor manejo de la evasión podría incrementar los ingresos y, así, reducir los subsidios que requiere el sistema. Según un exdirector del Metro, si se eliminara la evasión, el subsidio podría caer en US$ 120MM. En un escenario más real, si se redujera a la mitad la cantidad de personas que no pagan su tarifa (la aún alta tasa de 20%,), se podría compensar un alza de tarifas de $50 por pasajero. Además, si se observa la cantidad de buses oruga vacíos o semivacíos que transitan por las calles en muchas horas del día, se podría reducir su número —especialmente a esas horas— sin disminuir la calidad del servicio en forma significativa. El mismo exdirector del Metro señala que los viajes anuales son la mitad de los de 2008, pero hay más buses y mucho más metro. Reducir en solo un 10% el número de buses circulando podría disminuir en $80 el precio de la tarifa a público.