El clásico entre ColoColo y Universidad de Chile se vuelve a jugar en un horario normal. El domingo 12 de marzo a las 18 horas. Un avance en medio de una escena que preocupa. En septiembre se inician las eliminatorias mundialistas y la fecha FIFA del 27 de marzo se transforma en un examen para el entrenador Eduardo Berizzo. El rival en el Monumental será Paraguay, un adversario siempre complejo por su seguridad defensiva.
¿Cuántos futbolistas de alto rendimiento tiene Chile? La revisión de la Premier League, Bundesliga, Serie A, Ligue 1 y Liga Española nos dice que los nombres son mínimos. En la primera línea sólo permanece Alexis Sánchez. En la intimidad de “Juan Pinto Durán”, el análisis es brutal: hoy la Roja apenas supera a Bolivia en cantidad de futbolistas en la élite y disputa con Venezuela el octavo lugar. Porque no se trata de estar en los planteles. Lo relevante es jugar con frecuencia. Los guaraníes, por ejemplo, disponen de Miguel Almirón, figura en el Newcastle, y Julio Enciso, emergente centrodelantero del Brighton. Desde Reinaldo Rueda en adelante, pocos jugadores se afirmaron en las citaciones e incluso algunos muestran la desgracia de las lesiones, como Erick Pulgar.
Es posible que ante un mal resultado en Pedrero se apunte a la salida de Berizzo. La vía habitual para descomprimir el ambiente, atender al aplausómetro y dar la razón a los vociferantes que imaginan rendimientos de futbolistas que hoy no existen. En rigor, una trampa en el solitario. La selección chilena es la cara visible de una actividad que hace rato sufre síntomas de decadencia. El fútbol nos habla, pero no lo escuchamos. Si Universidad de Chile luchó cuatro temporadas por evitar el descenso, si Colo Colo se midió en un desempate con Universidad de Concepción para salvar la categoría, si Cobreloa está en la serie B desde 2015, si Deportes Concepción —un gigante del sur— deambula por la Segunda División, si Santiago Wanderers batalla en el Ascenso, si hace una década que la Sub-20 no clasifica a la Copa del Mundo, si programar la liga es un acertijo, si en los torneos de la Conmebol vamos de comparsa, es por algo.
Extraordinario lo de Ñublense, por llegar a la fase de grupos de la Copa Libertadores; encomiable lo de Curicó Unido y Magallanes (de brillante rutero ante AlwaysReady) por clasificar a las fases iniciales del principal torneo de clubes del continente, pero a ellos no les corresponde llevar la mochila de nuestra representación internacional. Por tamaño institucional su rol es otro. No se cuestiona su éxito; al contrario, es loable, pero al llegar a estas instancias les exigimos algo que nos les corresponde, porque el salto que dan es posible que los desestabilice.
La agonía de “Juan Pinto Durán” es otro indicio de la debacle. Es cierto que escasean los recursos para construir un complejo digno. ¿No sería mejor sacar las dependencias de la ANFP de Quilín, comprar un par de pisos en otra zona de Santiago y armar el búnker para la Roja en el paño que la corporación dispone en Peñalolén? Todas las federaciones consiguen fondos para su infraestructura en la Conmebol. A esta altura, falta decisión política y apuntar a romper la inercia cotidiana.