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Editorial
Sábado 04 de marzo de 2023
Imacec: ¿golondrina o primavera?
"El leve crecimiento del Imacec fue recibido con optimismo por la autoridad. La cifra es positiva, pero no puede ser interpretada como una señal de que Chile tendrá un 2023 sin turbulencias. La agenda económica de esta administración no promueve el crecimiento económico. Por lo tanto, mientras no se modere, difícilmente tendremos reactivación".
La variación de 0,4% en enero del Indicador Mensual de Actividad Económica contradijo las expectativas del mercado que anticipaban una variación en torno al -0,7% (en doce meses). Sin embargo, dadas las magnitudes de las cifras en cuestión, no es posible concluir que el dato de enero represente un cambio sustantivo en el rumbo que enfrenta la economía. Así, es necesario tener precaución de no generar falsas expectativas. De hecho, la cifra estacionalizada arrojó una caída de -0,3% en doce meses.
Al examinar la variación por sectores, el de servicios es uno de los que han mostrado el mejor desempeño durante los últimos doce meses, alcanzando un crecimiento de 1,6%, siendo el de mayor contribución porcentual al Imacec. Esta situación es consistente con la experiencia internacional, que indica que “Servicios” mantiene una estabilidad en su expansión, a pesar de las complicaciones de la economía. Parte de esto se explica porque, con altos niveles de inflación pasados y mecanismo de indexación de las tarifas, el valor de este tipo de actividades conserva cierta inercia. Por lo mismo, el sector ha sido identificado como una fuente de preocupación para efectos de ganar la batalla contra el alza de los precios. En Chile, tal interpretación no ha sido parte del relato de la autoridad fiscal que, a veces, parece dar por superado el problema inflacionario.
Otro sector que contribuyó a evitar en el margen una nueva variación negativa mensual del Imacec —hubiese sido la quinta— fue el de Minería. Creció 4%, una evolución consistente con el índice de Producción Minera (IPMin) que reporta el INE, que mostró un incremento anual de 2,9% en enero. Dos elementos explican la cifra: la expansión de la minería metálica, que aportó con 2,503 puntos porcentuales al IPMin (cerca de un 86% de su variación), y una baja base de comparación. Lo primero se explica por el alto valor del cobre observado durante los primeros meses de 2023, resultado de las expectativas de una mayor demanda del metal rojo por China (y no de acciones del Gobierno por fomentar el crecimiento del sector). Respecto de la base de comparación, su efecto debería repetirse en el mes recién pasado, toda vez que en febrero de 2022 el IPMin alcanzó su valor más bajo en 24 meses. Con todo, la extracción minera continúa siendo una de las principales actividades del país. Esto también se ha demostrado por los importantes aportes tributarios generados por la actividad privada en el sector. Es de esperar que estos resultados permitan al Ejecutivo evaluar la conveniencia de moderar una reforma tributaria que quitará competitividad a Chile en la minería mundial.
Por otra parte, con un ínfimo aumento de 0,4% en doce meses, la industria logró revertir siete meses de sendas caídas. Si bien positivo, no debe ser interpretado como un logro significativo. En perspectiva, el Indicador Mensual de Actividad Económica del sector alcanzó los 100,4 puntos, valor un 1,5% por debajo del de enero de 2019. Es decir, en cuatro años, la industria nacional ha visto reducir su producción. Esto es aún más complejo si se considera el estancamiento que afecta al producto interno nacional. La promoción de una política industrial conducida por el Estado, estrategia fallida de desarrollo y crecimiento en gran parte del planeta, es parte de la agenda de la actual administración. La activación de la industria es uno de los desafíos más importantes del país, que solo podrá ser alcanzada con una institucionalidad sólida que permita el desarrollo de la actividad privada y acote la intromisión del Estado en un sector en que no tiene ventajas comparativas.
El derrumbe del comercio
Lo ocurrido con las actividades de comercio merece un análisis separado. Su caída de 3,2% en doce meses representa, quizás, la señal más clara de cómo la compleja evolución de la economía durante la segunda mitad de 2022 impactó a la población. La combinación de una menor actividad, el agotamiento de los recursos originados por los irresponsables retiros previsionales y altos niveles de inflación terminó por afectar las decisiones de consumo de las familias. Así, como indica el Banco Central, se redujo la venta del comercio minorista, donde se destacaron menores ventas en supermercados, grandes tiendas y establecimientos especializados de alimentos y bebidas. Esto también es recogido por el INE en su Índice de Actividad del Comercio, que en enero 2023 tuvo una caída de 7,1% interanualmente (-9,9% en la serie desestacionalizada).
La evolución del mercado laboral no permite anticipar un cambio en esta tendencia. Según el mismo INE, el desempleo durante el trimestre móvil noviembre 2022-enero 2023 alcanzó un 8%, un aumento de 0,7 puntos porcentuales en un año e implica un alza de 15,2% en el número de desempleados. Esto se produjo por un incremento en la fuerza de trabajo, que dominó el crecimiento de ocupados. La mayor informalidad es una señal de la precarización del mercado laboral que, de seguir, agregará presión al estancamiento de sectores que dependen del consumo de los hogares.
Si bien la caída en el comercio puede contribuir a disminuir las presiones inflacionarias, también trae el riesgo de alentar a aquellos que, dentro del oficialismo, consideran que un nuevo retiro de pensiones podría ser una solución para reactivar la economía. Detener tal pulsión, mucho más que una cifra específica, representaría un éxito para la autoridad económica nacional.