Señor Director:

El enorme drama ocasionado por los incendios de esta temporada no puede dejarnos indiferentes: las 25 personas fallecidas, el daño al medio ambiente y sus ecosistemas, las viviendas y escuelas destruidas, son mayoritariamente consecuencia de la acción de personas que justifican el uso de la violencia y el terror para sus causas ideológicas.

El Estado debe investigar estos actos y procesar a los responsables, al mismo tiempo que atender las urgencias y reconstruir lo materialmente dañado, dar apoyo integral a las víctimas, revisar los procedimientos y políticas de prevención de incendios, mantener el orden público, entre otros.

No obstante, el Estado requiere y requerirá la colaboración de los privados, sean estos incumbentes o no. Por eso, la participación solidaria de personas de buena voluntad, organizaciones de la sociedad civil, como Iglesias, fundaciones, juntas de vecinos, empresas y otras, en la urgente ayuda que estas catástrofes ameritan, debe ser aplaudida, pero por sobre todo fomentada, no solo por razones de eficiencia frente al Estado, sino también porque son quienes están más cerca de las urgencias sociales.

Este tema es relevante en medio de un nuevo proceso constitucional y no es indiferente qué visión se consagre de la acción de los particulares al servicio del bien común. El texto constitucional que fue rechazado en septiembre del año pasado limitaba el rol de la sociedad civil, cuando debiese hacer exactamente lo opuesto: promover la multiplicación de iniciativas privadas al servicio del bien común, de acuerdo con una correcta interpretación de los principios de subsidiariedad y solidaridad.

Permitir y fomentar que sean primero las organizaciones menores y más cercanas a los problemas las que encuentren caminos de solución, aplicando el principio de subsidiariedad, por un lado, e impulsando las acciones de solidaridad de los privados, por otro, permite complementar y no sustituir la participación del Estado, promoviendo una sociedad civil robusta, al servicio del bien común y de la dignidad de la persona.

Francisco Jiménez Ureta
Presidente USEC, Unión Social de Empresarios, Ejecutivos y Emprendedores Cristianos