Hace un par de años, en plena época del encierro por la pandemia, Ronald Fuentes era ungido por la prensa y por los hinchas como uno de los entrenadores nacionales de mayor proyección.
Su campaña en Unión Española, club que lo había recuperado como DT cuando oficiaba de comentarista radial, era bien considerada no solo por los resultados, sino que también por su propuesta ofensiva. No era raro. Fuentes, quien no quería estigmatizarse, decía en una entrevista que admiraba a muchos DT, pero revelaba una infidencia: había visto videos “piratas” de los entrenamientos de Marcelo Bielsa que ahora le servían en su trabajo.
Fuentes llenaba el gusto de muchos. Y cuando se produjo la salida de Reinaldo Rueda de la selección nacional y otros tantos entrenadores que dejaron a la fuerza la U, ,el exzaguero estuvo en la lista de candidatos para dar un salto cuanti y cualitativo en su carrera. Fue uno de los niños mimados de la dirección técnica nacional, tal como José Luis Sierra y Mario Salas.
Pero esa valoración empezó a resquebrajarse cuando, en forma sorpresiva y luego de un par de malos resultados que alejaron a Unión Española de la lucha por el título, Ronald Fuentes fue despedido. Una determinación precipitada.
Desde entonces, empezó a vivir un período complejo, delicado.
En 2021 asumió la dirección técnica de Santiago Wanderers y en la disputa de los seis partidos que alcanzó a dirigir las estadísticas fueron brutales: seis partidos perdidos.
Condujo a Rangers y luego a Audax Italiano. Y en ambos no superó el 35 por ciento de rendimiento. Para peor, tuvo una pérdida irreparable en su vida personal: falleció su esposa.
Este año, como si hubiese ánimo de redención, Unión Española volvió a llamar a Fuentes para escribir una nueva historia.
Y las cosas no han caminado. Para nada: el equipo hispano es colista.
¿Significa que Fuentes es ahora un mal entrenador? ¿O lo de antes fue un espejismo?
Nadie puede saberlo bien, pero más allá de ciertas consideraciones, todo indica que Fuentes sigue siendo un buen director técnico. Sus ideas se notan, su propuesta se mantiene.
¿Qué pasa entonces que no saca resultados? Le vino la mala que le viene a casi todos. No es un argumento facilista. Ocurre. Como decía Fernando Riera, en su vida profesional un entrenador pasa “de bestial a bestia” en forma permanente por culpa de los resultados.
No existe entrenador perfecto ni tampoco desastroso per sé. Son situaciones, circunstancias, no todas manejables, las que perfilan la vida laboral de un DT.
Incluso utilizando en distinto momentos y lugares un sistema o una idea de juego, un director técnico puede saborear la gloria y después morder el polvo del fracaso. La diferencia la hace la calidad del material con el que cuenta, su capacidad de adaptación, la seriedad institucional para llevar a cabo un proyecto. La suerte unida a la capacidad. Ese es el jueguito que debe entender el que se sienta en la banca técnica. Y entenderlo res lo que puede hacer resurgir a Ronald Fuentes.