Bajo diferentes denominaciones, jefes de gobiermonarcas constitucionales se dirigen anualmente a sus respectivos parlamentos para dar cuenta pública del estado en que se encuentran sus naciones y reinos.
En Chile, como en la mayoría de los países, la referida intervención es conocida como mensaje presidencial. En los Estados Unidos como Estado de la Unión, en Rusia como el Estado de la Federación. Curioso es el caso del Reino Unido de Gran Bretaña. Estos tres últimos mensajes provocan interés mundial este año.
Esta semana, Joe Biden presentó al Congreso norteamericano el Estado de la Unión. Junto con revisar y defender su agenda, lo destacable fue el lanzamiento soterrado de su candidatura para ser reelecto en 2023. La clave fue su mención a tareas pendientes, pronunciadas con energía, sin la sucesión de habituales tropiezos verbales, para así intentar disipar descalificaciones por sus 80 años de edad, que al terminar su segundo período serían 86, haciéndolo el Presidente más longevo de la historia en Estados Unidos.
El 21 de febrero corresponderá a Vladimir Putin dar a conocer el Estado de la Federación Rusa. Se anticipa un mensaje centrado en la guerra de Ucrania, en supuestos triunfos, en la victimización y sanciones provenientes de Occidente, en medio de un escenario dominado por soldados combatientes en esa ilegítima y sangrienta invasión.
Para mayo se espera que el rey Carlos III dirija al Parlamento británico el primer Discurso del Rey, después de los pronunciados por la reina Isabel II durante su reinado de 70 años y meses. Carlos está entrenado: en 2022 leyó en representación de su madre, con buenas calificaciones, aunque estos mensajes son redactados por el gabinete del Primer Ministro con escasa intervención de los monarcas, que sirven de intermediarios; se dirigen al reino en representación de “su gobierno”, no obstante no compartir sus postulados y planes.
En los discursos de los jefes de gobierno, antes que dar un cumplimiento debido a la obligación constitucional de rendir cuentas ante sus parlamentos y ciudadanía, suele predominar el personalismo, la búsqueda de popularidad, la preferencia de sus redactores fantasmas por frases impactantes para ser recogidas por los medios de comunicación al día siguiente, en vez de narrativas duraderas y respuestas concretas a las demandas ciudadanas. Así quedó demostrado en el discurso del Presidente Biden, debería ocurrir algo parecido con el Presidente Putin y en el texto que le presentará el asediado Primer Ministro británico al rey Carlos III. Lo notable es que, ante los optimistas mensajes sobre el estado de los países según los gobernantes, la mayoría los rechaza y pide cambios de rumbo. En todas partes se cuecen habas.