Esto es atractivo en los papeles y cuando se quiere vivir, es apasionante. Los primeros cristianos encontraron una gran incomprensión de la sociedad a su mensaje. No todos querían entender el carácter sagrado de la vida, el sentido redentor de la cruz, el valor del perdón, la alegría de "servir", el matrimonio entre un hombre y una sola mujer, su indisolubilidad, etc.
Tendrían contradicciones, persecuciones, pero no se habían bautizado, porque era fácil. Habían abrazado la fe por amor a Jesucristo y sabían que el discípulo no era mayor que el maestro. No solo no los comprendían, sino que los comenzaron a perseguir y... ¡qué fácil era no ser "tan rígido"! y ceder en la fidelidad a Dios: "Vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios" (1 Cor 2, 5).
Pero ¿por qué para algunas personas la enseñanza de Jesús produce una reacción tan violenta, intolerante e irreflexiva? En el ambiente judío a la sal se le reconoce -dentro de sus propiedades- por su valor purificador. En otras palabras, esta sal o testimonio-enseñanza escuece las heridas morales de sus parientes, amigos, vecinos que no son bautizados.
Además, al iluminar el mundo con su felicidad, la vida de los cristianos devela de un modo reflejo los rincones torcidos, sucios y tristes de un mundo lleno de infelicidad. Esto produce incomprensiones, calumnias y ataques. Y "el justo brilla en las tinieblas como una luz. Porque jamás vacilará... No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor" (Salmo 111, 6-7).
Los cristianos no somos luz y damos sentido por nosotros mismos; es sobre todo la ayuda y actuación de "Dios Padre que está en los cielos", y nuestra respuesta, lo que hace tan atractivas nuestras vidas.
A veces a uno le preguntan: Padre, ¿por qué ahora ser bautizado es tan poco atractivo? Esto de ser sal y luz, ¿por qué no convence? ¿Quién hoy no quiere ser influyente en la sociedad? ¿Se agotó el cristianismo? ¿La sal con tantos siglos perdió su cualidad y esta vela se consumió?
El cristianismo se mundaniza y la misma sociedad lo pisa cuando pierde su identidad (cfr. Mateo 5,13). Lucas es más directo: "No es útil ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran fuera" (Lucas 14,35). Cuando pasa esto es por culpa o responsabilidad nuestra.
Como decía el beato Carlos Acutis, "todas las personas nacen como originales, pero muchas mueren como fotocopias". Al pactar con nuestras personales miserias y no intentar vivir la enseñanza de Jesús en nuestra vida, damos un pálido reflejo de la vida cristiana. Una versión aguachenta, que da lástima... por eso nos pisotean.
El cristianismo no es solo una "actitud", una "buena noticia", "una orientación para la vida", "una mirada distinta", "una nueva perspectiva"... palabras vacías que finalmente terminan en hastío. El amor al Señor -como todo amor verdadero- son hechos, actos, decisiones, omisiones, silencios, suspiros, etc.: "Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5, 16).
No juzguemos a los demás y hagamos examen con Jesús. Como decía san Josemaría: "Somos pocos, queremos ser más, seamos mejores". Como hijos de Dios, no nos "amoldemos a este mundo, sino, por el contrario, transfórmense con una renovación de la mente, para que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, agradable y perfecto" (Rom.12,2).
"Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente". (Mateo 5, 13)