Señor Director:

Lamento tener que discrepar con las opiniones vertidas ayer por Genaro Arriagada. En su segundo párrafo, sostiene que el bochorno de la filtración de Cancillería “oscureció” el discurso del Presidente en la Celac, en el cual habría reiterado su “compromiso con el valor universal de los derechos humanos”.

Lo cierto es que, si bien el Presidente condenó las violaciones de derechos humanos en Nicaragua y Perú, nada dijo sobre las ocurridas en Venezuela o en Cuba, la dictadura más longeva del mundo, solo superada por Corea del Norte, donde no se respetan los derechos humanos más fundamentales desde hace más de sesenta años. Únicamente se refirió a ese país para condenar el “ignominioso” bloqueo estadounidense, casi como una justificación para la antidemocracia que ahí impera. Y en cuanto a Venezuela, solo manifestó su voluntad de colaborar en la búsqueda de elecciones libres, así como su preocupación por el fenómeno emigratorio que le afecta.

En suma, ni una sola expresión de condena o referencia a los millares de presos políticos, muertos y desaparecidos en esos dos países.

Es efectivo que el Presidente ha sostenido que una de sus principales banderas de lucha es abogar por el respeto a los derechos humanos, sin importar dónde ellos ocurran. Sería, entonces, conveniente que esa bandera ondeara en todo el amplio espectro internacional afectado por el irrespeto a los derechos humanos y no solo en aquellas latitudes donde el viento le es conveniente.

Nadie, que de verdad tiene un compromiso con el valor y la defensa universal de los derechos humanos, como sostiene Genaro Arriagada que este gobierno tiene, puede pasar por alto u omitir mencionar a Venezuela y, sobre todo, a Cuba. Claramente, cuando esto ocurre, es que ese “compromiso” está seriamente limitado y desvirtuado por un lamentable sesgo ideológico.

Ricardo Concha Gazmuri