Un divorcio de famosos siempre da que hablar, pero lo de Shakira y Piqué es de otro nivel. Canciones con dedicatorias, contratos comerciales en respuesta e infinitos memes han acompañado el distanciamiento. Si hasta instituciones del Gobierno de Chile vieron en esto una oportunidad para hacer alusiones de mal gusto al tema en las redes sociales. Ojalá todo divorcio generara solo chacota, pero la verdad es otra.
En fácil, dos personas deciden libremente unirse cuando anticipan que la felicidad resultante será mayor que la alcanzable bajo la soltería. A esto se agrega la ventaja de distribuir los riesgos de shocks económicos entre dos en vez de uno. Los divorcios, entonces, se producen cuando el bienestar colectivo, por alguna razón, cae por debajo del individual sin compensar el seguro monetario que se pierde.
Tal enfoque explica por qué la expansión de oportunidades educacionales y laborales de las mujeres ha revolucionado, en hora buena, el mercado de los matrimonios: los incentivos dentro de la relación y la negociación frente a una separación son otros cuando ambas partes están empoderadas (en sus últimas canciones Shakira hace el punto). Así, ha ganado importancia la protección emocional que ofrece una relación estable (versus la seguridad financiera). Por supuesto, sigue siendo cierto que circunstancias económicas gatillan quiebres, pero el costo no pecuniario de rupturas se ha elevado. Ahora, tratándose de millonarios famosos, quizás se constituyen redes de apoyo que acoten ese daño.
Sin embargo, a nivel agregado, la contención no está asegurada, menos si hay inflación de casos. En Chile, 71.179 causas de divorcio fueron ingresadas al sistema judicial chileno en 2021. La cifra es 34% superior al número de matrimonios del mismo año y representa un alza de 16% respecto de 2019. ¿Por qué tal aumento? Estudios apuntan al estrés emocional e incertidumbre económica que trajo la pandemia. Pero esto no explica por qué Chile está arriba en el ranking de las tasas de divorcio en la OCDE ni la tendencia local al alza observada antes de 2020. ¿Cuál es el costo social asociado al fenómeno?
La literatura ha demostrado que pobreza e incluso desigualdad pueden afectarse por el desmantelamiento de las familias. Pero eso no es todo. Dejando de lado los casos que envuelven violencia intrafamiliar —allí un quiebre tiene beneficios documentados—, la evidencia apunta a impactos negativos de corto y largo plazo sobre terceros. Aquí se alojan los costos que pasan desapercibidos para la sociedad. Desde desórdenes conductuales y comportamientos impulsivos hasta bajos años de escolaridad y menores ingresos como adultos, en promedio, las noticias de un divorcio no son buenas para los niños afectados por el drama.
Shakira y Piqué, con sus fortunas, que incluso parecen haber abultado durante las últimas semanas, seguro acotarán el daño sobre sus hijos de un mediático divorcio. Pero para una sociedad que está produciendo más divorcios que matrimonios al año, sin la atención necesaria, adivine quién termina pagando los platos rotos.