No sé si a alguien le gusta que tengamos a cada rato tenistas castigados. Unos por arreglar resultados de partidos, otros por “pititores”. No son conocidos (aunque hubo uno), pero igual es malo. O peor.
A nadie debe gustarle (salvo a los pocos que se benefician) con el panorama que ofrece el mercado de pases en el fútbol profesional chileno. Es pobre, no tiene grandes figuras: los jugadores que se importan son de segundo o tercer orden y los de casa también. Todos de relleno. O casi todos.
Además, sigue dominando la pequeñez, como los reparos de los recalcitrantes hinchas de la U que rechazan la llegada de Matías Zaldivia (el que mejor anda hoy) y de Christopher Toselli, porque vienen de “los archirrivales”. Deben ser los mismos tontones que llevan a los estadios donde mendigan poder jugar con la leyenda “El estadio no importa”.
Y a propósito del estadio: la directiva azul anuncia que comprará un terreno en el norte de la capital para construirlo. O sea, en el norte de la capital ya deben estar juntando firmas para impedirlo. Anuncio hecho a un par de días de la renuncia de la representante de la Universidad en el directorio de Azul Azul, quien dijo que parece haber un ente desconocido que maneja los hilos de ese directorio. Notable.
Aún no tiene sabor, ni dulce ni amargo, la determinación de Roberto Tobar de despedir a catorce árbitros para incorporar un pitaje renovado a nuestros campeonatos. Se trata de “valores nuevos”, ha dicho el nuevo presidente de la Comisión de Árbitros, que vienen “con muchas ganas”. No tengo claro si despidió a más o a menos de los que en su momento cesó Castrilli.
Lo que sí tiene mal gusto es la nueva “gracia” de Iván Morales en México. Ahora estuvo en el cumpleaños del hijo de un estúpido compañero de equipo, mexicano, que celebró a su retoño con una “fiesta narco”, en que los invitados posaban con armas de juguete en sus manos. Hay que ser muy idiotas.
Pero no todas las tonterías son de chilenos. Usted ya debe saber la última de Infantino, el heredero de Havelange y Blatter. En estos días ha propuesto que “en todos los países haya un estadio con el nombre de Pelé”. En todos los países. Yo creo que algo no está bien en la cabeza del presidente de la FIFA.
En fin, estos últimos días no han sido generosos en novedades gratas, pero siempre hay luces en medio de la niebla. Y la mayor de las luces de esta semana ha sido, una vez más, Bárbara Riveros, que le hizo honor a su nombre al ganar su sexto Ironman en Pucón. ¡Bárbara! Lo había anunciado: “Demostraré que no estoy retirada”.
Un caso notable, porque sigue anunciando logros a sus 35 años. En la agenda de la “Chicka” está el Mundial de Triatlón para octubre y, por qué no, su séptimo Ironman. Si ella lo dice…
Y ya se nos olvidó todo lo malo.