El mercado veraniego del modesto medio futbolístico nacional no ha sido sacudido por grandes sorpresas. Todo ha sido más o menos como se preveía: con una “teleserie” (hasta cuándo usamos ese mote) como gancho central —la de Juan Manuel Lucero y su escape de Colo Colo—; un sinfín de nombres que tiran los representantes que terminan siendo “humo”, pero que tomamos como verdades posibles porque nos abastecen para “salvar” las páginas, espacios y programas; y claro, el traspaso de un jugador (mal) señalado como emblemático que se va de un club a su archirrival como para recordarnos que esto se trata de un trabajo y no de amoríos.
Todo normal. Tanto como otro aspecto: la poca valoración real que, en estos momentos de conformación de planteles, les dan las instituciones a los trabajos formativos propios.
Y es que hoy los clubes dejaron de traer lo que les faltaba (la famosa “columna vertebral”) y han abierto sus puertas de par en par para dejar entrar de todo y a destajo, casi sin filtros. Y no solo para conformar el equipo supuestamente titular, sino que también la banca, el eventual “equipo B” y hasta la escuadra que sirve de sparring en los entrenamientos.
Toda alternativa se busca afuera. Poco y nada es lo que se escudriña en la propia casa. Apenas suben a un grupito cuyos integrantes al final terminan, sin tener opciones reales, yéndose a préstamo o quedando liberados.
Y no se trata de que esto sea algo solo de aquellas instituciones carentes de visiones e inversiones. Incluso los llamados clubes “grandes”, esos que a fines de cada año publican con orgullo cuántas copas ganaron en los torneos, desde la Sub 8 hasta la Sub 20, no tienen empacho en gastar sus pocos dólares de presupuesto en un veterano de 37 años, en un proyecto fallido o en un jugadorcillo de la Tercera argentina antes que apostar en un cabro en el que, se supone, invirtió en sus series menores para, justamente, alguna vez integrarlo a su primer equipo.
Sí, claro. Esto es competencia y no caridad ni buena onda.
Un equipo, en especial si no quiere pasar vergüenza a nivel internacional, debe tratar de buscar alternativas de mayor rango en medios superiores. Es obvio y hasta gratificante que se hagan esos esfuerzos porque es una señal de que se quiere progresar.
Pero eso no implica que deba inhibirse tan drásticamente la integración de muchachos de la cantera. Menos frente a opciones de dudosa calidad. No para ser titulares de entrada (que hay pocos casos) ni para asumir todas las responsabilidades de una (es injusto), pero sí, al menos, para alternar o anotarse como una opción de recambio.
En Chile hay un discurso en general cínico en el tema formativo. A los clubes les encanta hablar de los proyectos que tienen, de los supuestos procesos e incluso de sus fórmulas exitosas y ejemplificadoras, pero al momento de explicar por qué (casi) nunca se cumplen los supuestos objetivos trazados, les echan la culpa a los mismos entrenadores que esos clubes fueron a buscar afuera o a la gran cantidad de jugadores venidos del extranjero que el gerente deportivo trajo a petición de estos.
La rueda nunca para de girar. Siempre va en la misma dirección.
Seamos serios de una vez por todas y asumamos en vez de andar pontificando.