"Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" (Mt 3,17) El bautismo de Jesús es su primera manifestación pública. Con treinta años (Lucas 3,23), ha querido esperar a esta edad quizás para seguir la costumbre de los rabinos.
Al igual que Juan, le preguntamos al Señor: ¿Por qué quieres bautizarte?... ¡si no tienes pecado! ... "Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?" (Mateo 3,14), decimos con el Bautista.
El Señor quiere enseñarnos a obedecer las disposiciones divinas: antes se había sometido como todo infante a la circuncisión, después ha sido presentado en el templo y rescatado con un par de palomas.
Pero hay algo más profundo en este bautismo y lo intuimos cuando Jesús contesta: "Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia" (Mateo 3,15). La "justicia" en Mateo es la adecuación del bautizado a la voluntad de Dios, meta y secreto de todos los santos.
En nuestras parroquias, cuando un adulto quiere bautizarse, es como entrar a una farmacia; ponemos nuestro nombre y RUT y sabemos que seremos llamados. En los primeros siglos no era así, había que cumplir "toda justicia", donde lo relevante no eran los conocimientos, sino la conversión -cambio de mentalidad- de ese hombre o mujer adultos.
Toda conversión tiene dos caras: un sí a la plena voluntad de Dios y -al mismo tiempo- un reconocimiento de la culpa y una petición de perdón para recomenzar y "hacer justicia". Estas decisiones no están exentas de dolor y sacrificio: "Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!" (Lucas 12,50).
Toda conversión o redención pasa por "la muerte al pecado" y quien banaliza estas palabras, nunca de verdad se ha convertido. Jesús lo advierte a sus apóstoles: "¿Pueden beber el cáliz que yo he de beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar?" (Marcos 10,38).
La primera lectura nos recuerda que las renuncias del bautismo tienen sentido porque se nos ofrece una vida nueva : "Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas" (Isaías 42, 6-74).
Sigamos el significado pleno del bautismo de Jesús: "Que comporta cumplir 'toda justicia', se manifiesta solo en la cruz... es la aceptación de la muerte por los pecados de la humanidad, y la voz del cielo -'Este es mi Hijo amado' (Mateo 3,17)- es una referencia anticipada a la resurrección" (I. Ratzinger, Jesús de Nazaret).
Las renuncias del ritual recuerdan las decisiones que esos primeros cristianos tomaban para poder parecerse a Jesús; "hacer toda justicia". ¿Podía bautizarme y seguir casado con tres mujeres?, ¿podía pedir ser bautizado y seguir participando o asistiendo al circo romano?, ¿seguir tratando al esclavo como a un animal? Y tú, dos mil años después, ¿intentas hacer compatible en tu vida algo que nunca haría Jesús?, ¿aceptas de verdad toda la enseñanza de Jesús que explicita la Iglesia en su historia?
Un bautizado, a pesar de sus debilidades y miserias, sabe que "Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea" (Hechos 10,34-35). Somos personas normales -como la sal-, con una vocación universal e identidad clara, que procuramos vivir sin confusiones o doble vida.
Esta "vida nueva" que nos encamina a seguir el ejemplo de Cristo es fruto de nuestra muerte al pecado, nuestra confianza en la gracia: nuestra libertad. Gozar nuestra vida cristiana es amar "con todo" y de verdad a Jesús, y escuchar de Dios Padre, al final de nuestra vida: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" (Mateo 3,17).
"Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí? Jesús le contestó: Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia. Entonces Juan se lo permitió".Mateo (3,14-15)
"Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿ y tú acudes a mí?
Jesús le contestó: Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia. Entoces Juan se lo permitió".