“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”. Así comienza “El amor en tiempos del cólera”, de García Márquez. La frase podría haber servido de epígrafe a “La decisión de partir”, cinta del surcoreano Park Chan-wook, que se muestra mañana lunes en el Festival de Cine Wikén y se estrena formalmente el jueves en cines. La película sigue a un ordenado detective de Busan, Jang Hae-joon (Park Hae-il), que cuando comienza a investigar la muerte de un funcionario público que aparentemente se ha suicidado arrojándose desde un gran peñasco, conoce a Song Seo-rae (Tang Wei), la viuda, una bella inmigrante china, con la que empieza poco a poco a tejer complicidades pese a ser ella una sospechosa del potencial crimen y él, un hombre casado.
La cinta es una obvia deudora del cine negro americano, con sus rubias fatales y detectives envueltos en una trama mitad erótica mitad criminal. En aquel cine, sin embargo, tenía una trasfondo político más o menos evidente, donde el detective solía entrar a un mundo de conspiraciones y corrupciones que podía ser la verdadera realidad del mundo que habitaba, el verdadero engranaje del dinero y el poder, y él, como quien atraviesa una cortina, se enteraba de que ha sido hasta entonces un ingenuo. “La decisión de partir” no avanza en ese sentido, sino en el camino del melodrama, de la tragedia. Hasta conocer a Seo-rae, Hae-joon era un policía y un marido ejemplar. Pese que a Busan mostraba pocos homicidios, él se entregaba a la investigación de cada uno con rigor y obsesión, sin soltarlo hasta resolverlo adecuadamente. Para ello incluso tenía en su cocina una pared con fotos y pistas que reunía de cada caso no resuelto, y uno puede imaginar que en sus noches de insomnio, que eran muchas, dedicada horas a pensar en lo que faltaba. Seo-rae entra en su vida como una suave brisa, que poco a poco se va convirtiendo en un temporal al que Hae-joon se entrega con fascinación. El que su mujer viva en otra ciudad ciertamente no ayuda, pero, luego se verá, ni la cercanía de su mujer podrá frenar lo inevitable. Si se trata de algo, “La decisión de partir” es sobre la autoridad del deseo.
Esta idea se reafirma en el desenlace de otro caso que Hae-joon investiga, que vendrá a ser una anticipación torcida de su propio caso. Pero también tiene resonancias en la presencia predominante de la noche a lo largo de la película, así como de la niebla, de la nieve y del mar. Entre estas manifestaciones de la naturaleza, Seo-rae está asociada especialmente al mar, tanto en la ropa que usa, en las comidas que comparte con Hae-joon, como en los lugares donde se encuentran. Seo-rae es una suerte de Venus que sale de las aguas, una sirena que seduce y representa, a la vez, la perdición.
Park Chan-wook (1963), del que antes vimos “Old Boy” (2003), no es precisamente un cineasta realista. Es digno representante del cine surcoreano, que tampoco muestra mucho interés en las sutilezas de un cine cercano a la cotidianidad. Como Hitchcock, pero empujando los recursos bastante más lejos, Chan-wook está más interesado en flectar el cuadro a la subjetividad de los personajes hasta un punto en que no queden dudas. Si bien es un cineasta irregular, es ciertamente interesante, no se conforma con poco. Aquí enlaza en un solo cuadro planos temporales o espaciales distintos, fuerza todo orden de transiciones y, entre otros recursos, utiliza planos “subjetivos” desde celulares o de personas muertas. Algunos tienen sentido dramático, otros solo parecen lujillos que distraen. También incorpora mucha tecnología, tanto a nivel estético como de la misma trama. Si hay incontables películas que no podrían funcionar si entonces hubieran existido, por ejemplo, los celulares —“La llamada fatal” (1954), de Hitchcock, sin ir más lejos—, esta cinta no podría funcionar sin ellos. En ese sentido, “La decisión de partir” es muy hija de sus tiempos. Quizás también en la forma en que contiene eróticamente a sus personajes. Pese a que la fuerza del deseo parece estar en su centro, la cinta es extremadamente recatada en mostrar su manifestación corporal. Seo-rae y Hae-joon hablan —mucho—, se miran —mucho también— y se escriben, pero apenas se tocan. Puede ser una paradoja. Puede ser la vieja idea de que la contención, la distancia, no resuelve el deseo, sino que solo lo acrecienta.
La decisión de partir
Dirigida por Park Chan-wook
Con Park Hae-il, Tang Wei y Lee Jung-hyun.
Corea del Sur, 2022, 139 min. En cines, desde este jueves.
DRAMA