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Cartas
Viernes 23 de diciembre de 2022
El feminismo soft
Señor Director:
En el debate sobre el feminismo en Chile hay dos problemas que vale la pena destacar y que han asomado en las cartas de esta sección.
Uno de ellos es el cultivo de un feminismo soft, descafeinado, ligero, el feminismo convertido en una ideología sencilla y atractiva, de buen gusto y digestión fácil que la mayor parte de las veces coexiste, en quienes la profesan, con una privilegiada situación de clase. Se trata de un feminismo desprovisto de cualquier intención crítica, políticamente correcto, cuyas adherentes enmudecen a la hora de llamar a capítulo a su propia posición social. Así lo prueba el hecho de que basta recordar la obviedad de que la diferencia de clases sociales se reproduce al interior del hogar y coexiste con la división sexual del trabajo, para que ese tipo de feminismo considere que esa constatación es odiosa y excesiva.
El otro problema es teórico y consiste en la creencia de que ser mujer es un universal, una condición descontextualizada. El feminismo más reflexivo y crítico sabe, sin embargo, desde Simone de Beauvoir a Butler, que la subjetividad se erige sobre una trama de relaciones de poder que incluye la clase, la etnia y el género.
Carlos Peña