Desde la próxima semana los flamantes y fugaces estadios de Qatar dejan de existir o se reconvierten, y el Mundial 2022 habrá pasado como tormenta de arena, mientras desaparecen por el horizonte las caravanas de visitantes extranjeros, sus guías y la prensa deportiva, en su mayoría feliz por lo que ha visto: estadios impecables, un puñado de partidos memorables, buen espectáculo, cerveza fría con o sin alcohol, tanta hospitalidad, desde luego la arquitectura y esa espléndida riqueza por aquí y por allá.
Hay que concentrarse en el fútbol y en el gran escenario del país anfitrión, porque de eso se trata. Es el mensaje y anuncio. El fútbol, esa dulce compañía, basta y sobra. No nos compliquemos la vida. Pastelero a tus pasteles. Eso se decía, por ejemplo, en los años de la dictadura chilena, para que el periodismo deportivo se concentrara en la cancha y en la hipnosis de la pelotita, y punto final con la historia. Eran tiempos difíciles. Y la verdad es que hizo caso, tampoco quedaba otra, por tanto la burbuja protectora y la vida en el acuario, bajo una invitación y arenga que ya es clásica: “Vamos a lo nuestro”. Y no al resto y sus circunstancias, porque son géneros distintos, y como nos faltan saberes específicos y conocimiento de causa, dejemos que otros se envuelvan en esos temas, por lo demás peliagudos y discutibles, y entonces a lo que nos une: el fútbol. También un Mundial. Lo nuestro.
El periodismo actual, desde luego el deportivo, por cierto y por suerte, está pendiente de la fiscalía belga y el caso de los eurodiputados del Parlamento Europeo, con sede en Bruselas, donde una de las vicepresidentas y cuatro colegas —algunos a cargo de ONG de derechos humanos, todos del bloque Socialista Demócrata— están siendo investigados.
El motivo parte en el país anfitrión del Mundial, el emirato y la monarquía, ya se llama Qatargate, y brota de los dineros y favores que manan desde Doha y humedecen al grupo del Parlamento europeo, por las mismas razones que se mojó a la FIFA, esto es: limpiar y pulir la imagen país con el espectáculo futbolístico, las influencias políticas y desde luego las buenas palabras y la mejor propaganda, para que brille el elogio a Qatar y su gobernanza, y se desprecien las críticas y se apague la leyenda gris y negra.
La policía belga ha mostrado pruebas de un proceso que está en el comienzo, y se trata de corrupción y sobornos, cómo no: bolsos con euros, maletines con euros, maletones con euros. Fajos de billetes de 20, 50, 100 y hasta 200. Incluso de 500 euros, que ya son más difíciles de ver y es posible que usted nunca haya tenido uno en sus manos.
Hoy termina el Mundial de Fútbol 2022.
El tiempo descubrirá y revelará en lo que estuvimos metidos.
Es lo que pasa con las dictaduras y los torneos sucios.
Vamos a lo nuestro.