Señor Director:

Después de 98 días desde el plebiscito del 4 de septiembre, 14 partidos y otros tres en formación (“movimientos”) suscribieron el “Acuerdo por Chile”. Demasiados firmantes, representando a partidos pequeños distribuidos en la izquierda y en la derecha, sin presencia del centro político.

No es un buen acuerdo. Hay miedo al sufragio universal. En la derecha, al crecimiento de republicanos y el PDG en las elecciones de los convencionales; en Apruebo Dignidad, que se confirme su fragmentación, la cual dificulta al gobierno de Boric adoptar decisiones oportunas y amenaza su aspiración de ser una fuerza dominante en la izquierda.

Carece de justificación el poder entregado a los expertos. Dos de los tres órganos del proceso constituyente son de expertos (Consejo Constitucional, Comisión Experta y Comité Técnico de Admisibilidad). Se avanzará de la tecnocracia de los economistas de los años 90 y 2000, a la tecnocracia de los juristas. No se podrá evitar incurrir en los errores cometidos por aquellos: ignorar la política y al pueblo.

Recoge la propuesta del Frente Amplio y de algunos “expertos” en la Convención Constitucional, de abandonar el presidencialismo y optar por el semipresidencialismo. El punto 7 lo señala, al referirse al “Poder Ejecutivo”, pues no menciona al Presidente. Establece que habrá “un jefe de Gobierno con iniciativa exclusiva en el gasto público”.

La Constitución consagra a las Fuerzas Armadas “con subordinación al poder civil”. Es una declaración impropia porque están subordinadas a la Carta Fundamental antes que al “poder civil”, como advertí en una carta a este diario hace algunas semanas.

Carlos Huneeus