Este importante dogma mariano se refiere a que ella, en vista de los méritos de Cristo, fue preservada del pecado original desde su concepción. Pero no se refiere solo al inicio de su vida, sino que sobre todo significa que ella vive toda su vida en plena sintonía con el plan original de Dios sobre la humanidad y el mundo. Es decir, en ella se da esa armonía original del hombre con Dios, de los hombres entre sí y del hombre con la naturaleza que vemos antes de la caída en el relato del Génesis. Todo esto es lo que rompe el pecado que encontramos en Adán y Eva en el Génesis. María es la que recibe con total disposición la gracia de Dios para amar y servir al prójimo. Por eso el Evangelio la llama "llena de gracia" y "sierva del Señor". Esta condición de María Inmaculada nos revela el sentido último de nuestra vida: amar y servir. La propuesta de Dios sobre toda persona humana y sobre el mundo, esa armonía original, esa convivencia fraterna, esa realización de la vida humana en el amor y el servicio es lo que nos enseña esta fiesta de la Inmaculada Concepción.
Elevar la mirada al cielo e invocar a María en nuestras necesidades no es una forma de esquivar los problemas y delegar en ella, o en Dios, la responsabilidad de la solución. Nosotros constantemente miramos con fe a María para comprender que debemos recuperar esa armonía original en nuestra convivencia, como ella lo hizo, pues hay total relación entre la comunión con Dios y la convivencia entre nosotros.
El momento presente requiere que cada uno descubra lo que le es más propio y lo ponga al servicio de todos . Toda la energía que gastamos en criticar, juzgar y atacar no resuelve nada. Por el contrario, hoy podemos sacar "la mejor versión de nosotros mismos", contribuyendo a restaurar las confianzas, haciendo un esfuerzo por encontrarnos, escucharnos y caminar juntos. Nos necesitamos unos a otros no solo para progresar como sociedad, sino para ser felices. Es tiempo de recuperar la armonía original destruida por el pecado.
La fiesta de la Inmaculada es una invitación a recuperar la armonía perdida en nuestra convivencia, armonía que tiene que ver con recuperar "el sentido de Dios", para así recuperar la "relación fraterna" entre nosotros. Y para esto queremos partir por recuperarnos a nosotros mismos, reconociendo mi vida como un don especial que pongo al servicio de todos.
Y el Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón" (Gen 3, 15).