Paradójicamente, mientras la inflación no cede y las proyecciones de crecimiento para el próximo año se corrigen a la baja, una sensación de optimismo recorre los mercados financieros. Desde comienzos de noviembre, el peso se ha fortalecido casi un 8%, el cobre ha subido un 11%, la prima por riesgo país ha caído significativamente y las tasas de interés de largo plazo se han desplomado.
Muchos de estos fenómenos no son exclusivos de Chile, pero en nuestro país se han dado con mayor fuerza que en otras latitudes, lo que sugiere que hay tanto razones domésticas como externas que están influyendo en lo que podríamos llamar un rápido y sorpresivo viento de cola.
Internamente, el resultado del plebiscito evitó un problema mayor. De eso no hay duda, y seguro que hay muchas autoridades de gobierno que, en su reflexión con la almohada, lo están celebrando. La mayor tranquilidad en el ambiente no se ha traducido en un repunte en perspectivas de actividad o de inversión —como refleja el último informe del Banco Central—, aunque sí ha disminuido el castigo a los activos chilenos. En las últimas semanas, ello se ha dado de manera abrupta, en parte porque las condiciones externas se han puesto más constructivas.
Dos son los fenómenos que explican lo que los analistas más sofisticados llaman un evento de risk-on. Por un lado, la dinámica inflacionaria en Estados Unidos sigue siendo incierta, pero los mercados han incorporado la visión de que menores precios de los alimentos y el petróleo, junto con una desaceleración gradual, serán suficientes para controlar la inflación. Que la política monetaria no tenga que ser tan agresiva contribuye a aliviar la presión sobre los países emergentes.
Al otro lado del Pacífico, el aumento del covid en China y la ola de protestas han obligado al gobierno a abrir su economía de manera abrupta. En el corto plazo, se anticipan muchas dificultades sanitarias, pero después de un invierno duro y de baja actividad son cada vez más los analistas que anticipan una recuperación fuerte en China para la segunda mitad del próximo año. Y con ello, una mejor perspectiva para países en desarrollo.
¿Estará despejándose el escenario externo? Todo puede ser, pero hay buenas razones para estar escépticos. Que la inflación en Estados Unidos desaparezca sin necesidad de recesión o mayores tasas es un escenario soñado, pero todavía de difícil pronóstico. La apertura en China significará una larga travesía en el desierto, y su recuperación depende de la fuerza del consumo, que hasta ahora se ha mostrado débil. Sea este un veranito de San Juan o el nuevo normal, Chile debe aprovechar la ventana que los inversionistas están abriendo.