Esta semana, Mujeres Empresarias junto a “El Mercurio” premiamos a las 100 Mujeres Líderes 2022 en su versión 21ª. Un grupo sobresaliente, diverso en edades, profesiones y ámbitos de acción que reflejan lo mejor del talento femenino con un número récord de 12.023 nominaciones a lo largo de todo Chile.
Al mismo tiempo que esto ocurría, el Gobierno presentó el proyecto de ley que establece cuotas de género en puestos de alta dirección de empresas del sector privado, con la meta de que en seis años el 40% de los miembros de cada directorio de las empresas que le reportan a la CMF (Comisión para el Mercado Financiero) sean mujeres. En caso de no cumplirse, se aplicarán diferentes sanciones a las empresas.
El objetivo de esta ley es aumentar la participación de las mujeres en los gobiernos corporativos de las compañías, que hoy alcanza un 12,7%, según un estudio del año 2021 del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género y la Fundación Chile Mujeres, a un 40%, similar a la norma aprobada por el Parlamento Europeo que obliga a todos los países miembros, a legislar cuotas y alcanzar un 40% de participación femenina en los directorios de empresas a 2026.
¿Cómo nos toca esta noticia? Como Mujeres Empresarias desde un comienzo apoyamos la ley de cuotas en el sector público, ya que es importante tener un ejemplo en el cual verse reflejado. Las cuotas han funcionado en el mundo público, se cumplió y sobrepasó la meta del 40% y hoy vemos que estábamos en lo cierto. Muchas mujeres visibilizaron su trayectoria desde el sector público gracias a las cuotas logrando hoy desempeñarse con éxito.
Pero el sector privado tiene características diferentes: esas empresas nacieron cuando sus fundadores detectaron una oportunidad, tuvieron una visión del negocio propia, arriesgaron capital y recursos y a cambio pueden elegir libremente con quiénes quieren hacerlo. Creemos que las empresas del sector privado deben tener la libertad de emprender y hacer negocios para ser competitivas y alcanzar sus metas de producción y resultados. La diversidad del tipo de empresas, la composición de sus directorios (que refleja los intereses de distintos accionistas), si es una empresa familiar o una multinacional, del sector productivo o de inversiones, habla de lo complejo que sería imponer una cuota.
Si creemos en la libertad, creemos en los incentivos más que en la imposición. Y hay caminos que seguir antes de llegar a que las cuotas sean obligatorias. Con esto no desconocemos que avanzamos mucho más lento de lo que nos gustaría, lo que nos hace pensar que una ley para promover mayor participación de mujeres en directorios de empresas privadas es una buena idea, pero con mayor flexibilidad, recomendaciones, metas más graduales, apoyo para que la empresa esté convencida y, por sobre todo, mostrándoles la enorme cantidad de mujeres profesionales de excelencia que son capaces de tomar ese desafío.
El Gobierno presentó este proyecto después de recoger recomendaciones y sugerencias de varias organizaciones de mujeres. Hubo escucha y acogida por parte del ministro de Economía, Nicolás Grau, y creemos que fuimos oídas para tener una propuesta que permite a las empresas preparar el camino hacia la meta. Antes de llegar a las cuotas obligatorias, al sexto año, las empresas tendrán cuotas de recomendación, en que a través del sistema “cumpla o explique”, les permitirá tomar una mayor conciencia para la acción. Al sexto año, será obligación.
Hemos ido impulsando un cambio cultural, de mayor diversidad e inclusión, a lo largo de estos años con mucho trabajo, que ha quedado demostrado cada vez que premiamos el esfuerzo y perseverancia de las 100 Mujeres Líderes. Hemos trabajado y conversado con muchos tomadores de decisiones sobre la importancia de contar con diferentes miradas, de hombres y mujeres, y así incorporar el mejor talento. Y después de dos décadas, llegó el momento de demostrar que las mujeres sí tienen ese espacio en la alta dirección de las empresas.
Esperamos participar activamente en la discusión de esta ley. Pero por sobre todo que se escuche y converse con las organizaciones de mujeres, empresas, gremios y, por supuesto, con las profesionales que en base a sus esfuerzos y capacidades han llegado lejos. Sigamos avanzando y logremos acuerdos, las empresas ya entienden que esta diversidad, además de ser buena para sus ambientes de trabajo, es buena para el negocio, porque así lo exigen los distintos grupos de interés y la sociedad en su conjunto.
Carolina Eterovic
Francisca Valdés
Directoras de Mujeres Empresarias