El Mercurio.com - Blogs : Dejé de ir a misa
Cartas
Martes 29 de noviembre de 2022
Dejé de ir a misa
Señor Director:
Empecé a ir a misa a los nueve años, cuando comencé a prepararme para mi Primera Comunión. Las monjas de mi colegio me enseñaron, con cariño, sobre el deber de asistir a la Eucaristía como un gesto de amor a Dios para adorarlo, alabarlo y darle gracias.
Debo decir que mucho impulsó mi catolicismo el ejemplo del cardenal Raúl Silva Henríquez. Fue un referente histórico en tiempos durísimos, incluso para no creyentes. Ni qué decir de la impecable lucha en favor de los derechos humanos y el amparo a los perseguidos.
Me volví adulta con otra jerarquía. Vino el mazazo de la revelación de los abusos sexuales dentro de la Iglesia, a nivel mundial. Fue doloroso descubrir que, mientras yo fui una niña feliz en la parroquia Sagrada Familia de Macul, la que incluso fue perseguida por la CNI, otros sufrieron la traición de quienes prometieron ser discípulos de Jesucristo.
A los 52 años, dejé de ir a misa. No me siento autosuficiente. Lo digo con dolor. Es que ya no soporto a una jerarquía silente, que ha estado prácticamente muda en el acontecer nacional. Como nunca, nadie conoce el nombre del actual arzobispo de Santiago, salvo alguien que vaya regularmente a misa.
Las actividades de las parroquias pasan inadvertidas. Ni siquiera hay una Misa de Bendición de Lápices, como sí hay en Concepción, para dar aliento a los jóvenes que dan la PAES. Más de un sacerdote me dirá que una va a misa por amor a Jesús y no por quién esté delante. Es cierto. Pero duele no ver una guía presente, una voz profética en temas como los migrantes, los pobres y la carestía, la polarización política, una defensa decidida por las personas en situación de calle. Una voz contra el horror del narcotráfico.
Aún no he perdido la fe. Pero por Dios que echo de menos una voz que clame en el desierto.
Pamela Gutiérrez Garcés