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Cartas
Miércoles 23 de noviembre de 2022
El tema constitucional
Señor Director:
Cabe valorar el espíritu analítico y dialogante de Josefina Araos en “El Mercurio” (sábado). Afirma que “nadie en la clase política… (está) logrando leer bien a la ciudadanía” (no solo la izquierda) y rechaza que los cambios en la conducción gubernamental sean solo cosméticos. Coincido también con que “la gente sigue creyendo que el tema constitucional es importante”. Ello está asociado con la convicción, relevada por Jürgen Habermas, de que la legitimidad del proceso político futuro depende de que los ciudadanos, al participar en el proceso constitucional, se entiendan como autores de los derechos que como miembros de una asociación de libres e iguales se conceden entre sí.
Más allá de que la Constitución del 80 permitió la operación del sistema político, su elaboración entre cuatro paredes y su aprobación en un contexto carente de las libertades no pueden ser considerados como el acto instituyente democrático fundamental y con ello se deja abierta la posibilidad del cuestionamiento extrainstitucional.
Es sin duda valorable el aporte de ministras y ministros que no formaron parte, en un inicio, de la coalición de gobierno. No obstante, no es en primer lugar el mayor protagonismo del llamado Socialismo Democrático lo que permite generar transversalidad y tener más posibilidades de acuerdo en un Congreso en el que el Gobierno carece de mayoría, sino en la decisión del primer Mandatario de construir una mayoría en favor de los cambios propuestos.
La decisión presidencial se inserta en el proceso de reconstrucción política de la izquierda, la centroizquierda y sin duda la derecha. Tiene razón, sin embargo, Araos en que la derrota del 4-S y los giros respecto de posiciones sustentadas antes de asumir el gobierno exigen de la izquierda una justificación; más aún repensar a fondo el mundo en que vivimos y los ojos con que tratamos de entenderlo. Sin embargo, ello no es una deuda solo de la izquierda. La derrota del 4-S no se puede explicar solo por las “fake news”. Pero como la autora reconoce, y como ha quedado en evidencia en muchos países, las “fake news” constituyen una amenaza a la democracia que es necesario enfrentar.
Eugenio Rivera Urrutia