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Cartas
Sábado 19 de noviembre de 2022
Una reforma miope
Señor Director:
Las Naciones Unidas calcula que en dos generaciones, en el año 2100, las expectativas de vida al nacer de los chilenos serán de 92 años, 13 años más que hoy día (79 años). Las mujeres vivirán hasta los 93 años y los hombres hasta los 91. Sin embargo, el proyecto de reforma de pensiones presentado por el Gobierno mantiene la edad de jubilación estática, en 60 años para mujeres y 65 años para los hombres. Ignorar el cambio demográfico anunciado por la ONU y otras instituciones es un claro acto de miopía.
Lo anterior significa que, al poco andar, el efecto positivo de una mayor tasa de contribución (del 6%) será más que compensado por el envejecimiento de la población. Las pensiones volverán a caer a su nivel actual (o, posiblemente, a un menor nivel), y el sistema político revivirá las polémicas que hemos vivido desde hace una década y media.
Una solución es incorporar en la ley aumentos automáticos de contribuciones o edad de jubilación, asociados con la esperanza de vida. Por ejemplo, la tasa de contribución podría aumentar, automáticamente, en un punto por cada dos años de mayores expectativas de vida.
Así, en 2067, cuando quienes hoy entran al mercado laboral se jubilen, tendríamos una tasa de contribución del 19,5%, similar a la mediana actual de nuestro referente favorito, la OCDE. Dadas las proyecciones de la ONU, en 2100 la tasa de contribución sería de 22%, aún dentro de los parámetros actuales de la OCDE. Además, la edad de jubilación podría aumentar (también en forma automática) en un año cada vez que la esperanza de vida suba tres años.
Estas propuestas satisfacen uno de los más importantes principios del sentido común: “Más vale prevenir que curar”.
Sebastián Edwards