Señor Director:

¿Cuándo será el momento en que la comunidad médica apoye en forma transversal, junto al Poder Legislativo, y le den curso inmediato a una ley donde todos podamos morir en paz con dignidad, compasión y amor?

Mi madre, después de tener dos tipos de cáncer por más de cinco años, con un último diagnóstico de una obstrucción de colon catastrófica inminente y no tener alternativas de tener una vida con calidad, decidió parar de comer. Los doctores no dieron ninguna alternativa que no fuera empeorar su situación a futuro.

La mayoría fueron muy buenos profesionales, pero solo pasaron el curso en medicina de cómo prolongar la vida, aunque esta ya no tenga vuelta y su muerte sea inminente en pocas semanas o meses, ante lo cual necesita asistencia permanente.

Lo que se ve actualmente es una continua “tortura” de muy poca conciencia con esa persona, a la que le queda muy poco y no es necesario prolongar su agonía.

Hoy es más humano poner fin a la vida de un animal que a la de un humano. La palabra eutanasia es fea para un gran número de personas. Esa palabra significa: buen morir. Está muy bien que existan personas que por su religión opten por un camino propio y cada caso es distinto, pero una cosa muy distinta es seguir con lo que existe actualmente, donde miles de familias viven hoy situaciones dramáticas con sus seres queridos.

La estadística dice que 80% de las personas quieren morir en paz en su hogar. La realidad es que más del 80% muere en un hospital. El contrasentido de esta estadística es que el 80% de los doctores muere en su hogar.

Mi madre me pidió transmitir este mensaje, ya que le daba mucha rabia la incapacidad de empatizar con algo que a todos nos tocará vivir en algún momento.

Alfredo E. Ovalle