Tercera temporada de Pablo Milad y su directorio al mando de la ANFP y todos los torneos profesionales, en distintas categorías, se resolvieron en los escritorios. El que acaba de concluir en Primera División estableció un contrasentido feroz: fue tan torpe, amateur y al final casi sospechoso el actuar de la mesa de Quilin, que el medio futbolístico entendió que era mejor que no se jugara un partido, el de Deportes Antofagasta y Palestino.
Sí, como lee: resultaba más sano que no se disputaran los puntos en la cancha, porque si jugaban ‘Pumas' y ‘Tricolores' un empate salvaba a los nortinos del descenso y los árabes iban a la Copa Sudamericana. La declaración jurada del secretario general de la ANFP, Jorge Yungue, conocida en la víspera de la sesión de la segunda sala del tribunal de disciplina, cayó como una bomba atómica.
En síntesis, Yungue planteaba y concluía, en un pormenorizado relato, que Antofagasta no disponía de su estadio “Calvo y Bascuñán” por “fuerza mayor”. Si esa fue la conclusión del director cuya función principal es que la corporación respete su legalidad, ¿por qué el directorio denunció al tribunal al cuadro presidido por Jorge Sánchez y no asumió su responsabilidad reprogramando? ¿Será porque estábamos en pleno periodo electoral y se debían guardar las apariencias? ¿Por qué hace su declaración una vez que se efectuaron las elecciones? ¿Para concretar el “ofertón” electoral? ¿Cuántos ofrecimientos hubo en esos días? ¿Por qué guardó silencio si tenía tamaña convicción? Sin duda que en el accionar de Yungue se aprecia una clara intención de influir en la decisión de la sala de apelaciones del fútbol local.
Siempre en el marco de las preguntas que surgen de manera natural en cualquier sociedad donde prime el sentido común, ¿alguien denunciará este bochorno al tribunal de honor?
En medio de estos días, se supo el fallo del TAS sobre el caso del ecuatoriano Byron Castillo. La sentencia determinó que a la federación ecuatoriana se le sancionará con la resta de tres puntos en las próximas eliminatorias, sin afectar el proceso a Qatar. El directorio de Milad, ante una situación similar, optó por descontar de manera retroactiva los puntos a Lautaro de Buin (2020) y Deportes Melipilla (2021). Como ambos clubes son “pescados chicos”, les pasaron la máquina en una determinación arbitraria que favoreció a eventuales aliados o a adversarios que pueden incomodar.
La columna de Felipe Vial, publicada el jueves pasado en estas páginas, describió el gobierno inicial de Milad. Una catarata que resumió una administración lamentable, insólitamente ratificada en los comicios del martes 8. Y la entrevista que leímos el sábado en “El Mercurio” al reelegido timonel de la ANFP y sus reflexiones sobre la declaración jurada de Yungue, con su particular lectura sobre cómo entiende la influencia ante los órganos jurisdiccionales, nos muestra una autoridad alejada de la realidad, que desconoce la historia de su organización.
No es encono a Milad. Solo constatamos que su gestión es catastrófica, quizás la peor desde los tiempos del general Eduardo Gordon Cañas. Quienes lo instalaron y ratificaron tienen una alta cuota de responsabilidad. Aunque no lo creamos, seguimos en ese tren sin frenos que Andrei Konchalovskynos mostró en “Escape Imposible”.