El entrenador Gustavo Quinteros, en la hora del campeonato local, cree que Colo Colo, en su zona defensiva, es uno de los mejores equipos de Sudamérica.
Habrá que decirle que sí nomás.
¿Y de Centroamérica? Probablemente también.
¿Y de Norteamérica? Es posible.
Habrá que recordar que en la última Copa Libertadores, por el grupo F, y el único sitio donde se puede comparar, en seis partidos al equipo chileno le convirtieron 13. El peor fue Alianza de Lima con 16 en contra; los mejores, River Plate que recibió apenas tres, y luego Fortaleza con 9.
Quinteros habla porque sí, sin pruebas ni nada reflexivo, y eso pasa en la hora del triunfo. Habladuría, que se llama.
Otro ejemplo, esta vez con escritura en redes sociales, es lo de Arturo Vidal, que nada más salir campeón con Flamengo, escribió: “¡Te amo! Nos sacaste de la mierda del casi, jajaja. Me quieren comparar, jajaja. ¿Casi a campeón son iguales?”.
La comparación, dicen los que saben, sería con Elías Figueroa que le ha sacado brillo por décadas y encerado demasiado, todo hay que decirlo, a ese antiguo logro de tres veces el mejor de América, que ahora tiene un plus: dos veces el mejor del mundo.
Para comparar correctamente, y esto lo sabe hasta un niño, se deben usar las mismas medidas, logros y dimensiones, y como eso es imposible entre Vidal y Figueroa, lo que queda es la definición de la RAE (Real Academia Española) de “chimuchina”: conjunto de cosas sin orden ni concierto.
En eso estamos.
Esto incluye, por cierto, la elección de la ANFP del próximo martes, y lo único cierto, según dicen en los pasillos y cocinas, es que la suerte de Francis Cagigao, director deportivo nacional, está echada. En eso habría check list.
También en eso que se repite hasta la saciedad cuando se transmite fútbol por TV: es Garate y no Gárate; yo se lo pregunté al jugador y me lo dijo: Leandro Garate. Otra cosa: ¿sabe por qué le dicen ‘Gringo' a Gonzalo Álvarez? Ahora se lo cuento.
Vidal, para no dejar nada sin tinta, al hombre que ama es de nacionalidad argentina: Fernando Felicevich, su representante, y por eso añadió, en la red social, una foto de ambos en torno a la copa, y agregó otra frase: “Hijo de p... dañaste al fútbol chileno, porque sacaste al puto rey de copas y eso no te lo voy a perdonar nunca”.
Es la ironía, según Arturo Vidal, que por lo visto y leído, piensa que las palabras groseras, en las instancias de triunfo, se permiten y hay manga ancha, tan ancha que cuando tomó el micrófono, en medio del salto y la algarabía de Flamengo por el título, lanzó un reto inútil y de nuevo grosero: “¡Madrid, te vamos a romper el culo!”.
De más está señalar que este no es, por cierto, la Ciudad de los Césares o el perdido reino de Shangri La. En absoluto. Esto es Chile en tiempos vulgares, desordenados y sin concierto: el país de la chimuchina.