En el día de mañana, en el palacio presidencial de Cerro Castillo, el Gobierno y los partidos y parlamentarios que lo respaldan tendrán una reunión muy importante para definir la estrategia del Ejecutivo para el próximo periodo.
Esta reunión se produce después de la apabullante derrota que tuvimos como fuerzas de Gobierno en el plebiscito de salida del 4 de septiembre pasado donde, como es conocido, la propuesta de la Convención Constituyente respaldada por el Presidente, el Gobierno y los partidos oficialistas solo obtuvo el 38% de aprobación. Además, el cónclave se realiza en una situación de evaluación ciudadana sobre el Gobierno extremadamente precaria, como lo constatan todas las encuestas conocidas públicamente; de hecho, en las últimas encuestas el Presidente está teniendo en promedio un 25% de aprobación y dos tercios de rechazo a su gestión. Además existe el riesgo de que pasado mañana, lunes, la derecha junto al Partido de la Gente y a la bancada democratacristiana logren expulsar de la mesa de la Cámara a parlamentarios del oficialismo.
A lo anterior agrego opiniones expresadas por dirigentes del oficialismo que no contribuyen en este escenario, en nada, a enfrentar la difícil situación descrita. Si además constatamos el desorden en las bancadas oficialistas, tanto en el Socialismo Democrático como en Apruebo Dignidad a iniciativas y decisiones del Ejecutivo, la situación se torna aún más crítica.
En este cuadro, la primera condición para revertir esta situación es la unidad estratégica del Gobierno, los partidos y las bancadas del oficialismo y eso significa concordar un camino y una meta común para enfrentar la actual correlación de fuerzas que nos es desfavorable y revertirla, a través de una buena política, para lograr las transformaciones sustantivas que requiere la sociedad chilena y que se expresaron nítidamente hace un año en la segunda vuelta presidencial con el categórico triunfo del Presidente Boric.
En la historia contemporánea de Chile, la izquierda ha vivido estas situaciones y habitualmente frente a este cuadro han surgido dos estrategias paralelas y contradictorias. Una de ellas es “avanzar sin transar” que desconoce la correlación de fuerzas, el cambio de los ciclos políticos y la dinámica de la actividad política. Esa orientación termina siendo meramente testimonial satisfaciendo a su electorado y militancia más dura y que no cambia un ápice de la realidad que queremos transformar. Esta orientación está presente en algunos sectores del oficialismo y se expresa en la reivindicación del programa en su integridad, satisfaciendo de esa manera la identidad original y no reconociendo una vez más el cambio en las realidades. La otra definición estratégica es “avanzar consolidando” que parte por reconocer la situación concreta y elabora un camino que permita avanzar en las transformaciones, por parciales que ellas sean, pero que se sustentan y se sostienen en el tiempo. Esa fue la estrategia del Presidente Aylwin el año 1990 con la reforma tributaria y reforma laboral, no se avanzó todo, pero se lograron avances importantes en ambas materias. Lo mismo le ocurrió al Presidente Lagos con el Auge y ahí la disyuntiva fue perseverar en el proyecto original, rechazado por la derecha, esta última con la mayoría en el Senado producto de los designados, o bien avanzar en esta política pública todo lo que fuera posible; el Presidente Lagos tomó la segunda opción.
Qué significa, en mi opinión, avanzar consolidando: primero, enfrentar dos situaciones que no estaban en el programa de gobierno y que son de altísima preocupación en la ciudadanía, cuales son la inseguridad pública y el deterioro de los ingresos producto de la inflación. Esa es la primera tarea del Gobierno y de las fuerzas oficialistas. En segundo lugar, sacar adelante lo máximo posible la Reforma Tributaria y su recaudación, considerando que esta va a ser la base material de las transformaciones comprometidas y dado que el objetivo de lo recaudado se concentra en pensiones y salud, explicarle a la ciudadanía, a través de ejemplos concretos, cómo mejorará su vida si logramos la aprobación de dicha reforma. En tercer lugar, priorizar la Reforma Previsional que está en el debate público desde hace 48 horas. Además, avanzar en el proceso constituyente reivindicando como principio esencial de la futura Constitución que Chile sea un estado social y democrático de derecho. Sin duda que hay otras decenas de políticas públicas en que también es posible progresar, sin embargo estimo que la reforma tributaria, la reforma previsional y la nueva Constitución debieran ser los objetivos estratégicos del actual Gobierno. Eso es “avanzar consolidando”.