Señor Director:

La usurpación del terreno de la familia Easton en Quillota, descrita en una nota del día lunes, no es un hecho aislado y está creciendo sin control en varias ciudades. En San Antonio se han tomado y loteado irregularmente 200 hectáreas y en la conurbación Viña del Mar-Quilpué-Villa Alemana, otras 90 hectáreas. En ambos casos han operado grupos delictuales que usan topografía y maquinaria para abrir calles, que ponen viviendas para evitar el desalojo y que luego venden los sitios robados.

En Alto Hospicio se han tomado y loteado 220 hectáreas, donde ya viven aproximadamente 20 mil habitantes. Revisando fotos satelitales de los campamentos La Mula y La Pampa, detectamos 1.130 sitios cercados, pero sin casas, que es la señal más clara de que se venden o arriendan lotes.

Lamentablemente estos grupos operan con total impunidad. Las autoridades se pasan la pelota y los tribunales emiten fallos que idealizan las tomas, omitiendo el perjuicio sobre el propietario o las familias que ahorran para postular a una vivienda social, mientras otros se saltan la fila financiando una peligrosa industria delictual.

Si esto no se controla ahora, nuestras ciudades quedarán rodeadas por anillos de marginalidad, localizados en áreas de riesgo de aluviones o incendios forestales, como ocurre en Antofagasta, Copiapó o Curanilahue, que son otras ciudades afectadas por este flagelo.

Iván Poduje
Director, Atisba Monitor