Merecía otro marco el “Chapa”. Primero, el de su propio estadio, San Carlos de Apoquindo. Y, sobre todo, un mejor resultado. Pero San Carlos no está en uso y el empate desabrido con Audax en Santa Laura no agregaba algo significativo a su notable campaña con la Católica. José Pedro Fuenzalida fue mucho más que su despedida del club de sus amores.
Y puede decirse con propiedad eso de “club de sus amores”. Porque lo fue. Y seguramente lo seguirá siendo, aunque vista otras camisetas y las defienda con su proverbial profesionalismo y dedicación.
A fin de cuentas, eso ya sucedió en su carrera. Casi 9 años duró su periplo por tierras de más allá de su sentimiento infantil, aquel que lo llevó a las inferiores universitarias a los 11 años y que lo instaló en el primer equipo siendo sub 20, categoría que lo tuvo como seleccionado nacional.
Se dice que sus compromisos como seleccionado lo hicieron bajar su rendimiento (o su presencia) en el club y tres años más tarde abandonó el fútbol para irse a estudiar Ingeniería Comercial (a la Pontificia, por supuesto), lo que no le acomodó del todo y volvió 6 meses más tarde, pero no a la UC, sino a Colo Colo, para el Apertura de 2008.
Y comienza aquel largo periplo, con un incierto comienzo albo (no llegó al Clausura), un paso significativo por O'Higgins (fue figura importante para Sampaoli), su retorno a Colo Colo (ahora en una protagónica titularidad) y su llegada a Boca Juniors en 2014 (con un paso irregular).
Hasta aquí, se trata de una historia casi puramente estadística. Pero es aquí donde comienza la gran etapa, la del triunfador, la del “Chapitán”, donde se confunden la biografía con la leyenda.
Porque, más allá de los títulos (fueron 11 los de Fuenzalida con la UC y estuvo en las dos copas América de Chile) y de ubicarse entre los integrantes de la “generación dorada”, siempre se resaltó su caballerosidad, su comportamiento sin dobleces ni excesos, tanto en la cancha como en toda actuación pública. Nunca se ha sabido de alguna actuación indebida o sospechosa suya, lo que es doblemente valioso en estos días en que el respeto a las normas, a las instituciones y a las personas parece algo extraviado o definitivamente perdido.
Lateral. Medio. Atacante. Donde fuera necesario, ahí siempre ha estado el “Chapa”. Rendidor, su figura no alcanza los ribetes heroicos de otros nacidos al alero de tiendas más populares. Pero es tan valioso como el que más, aunque nunca ha sido propagandista de sus propios méritos.
Lo seguiremos viendo con otros colores. Y ojalá mostrando los mismos valores.