Señor Director:

En una práctica que se hace cada vez más común, se ataca al “neoliberalismo” —a veces se le pretende matar, o incluso enterrar— sin aclarar a qué se refiere esa expresión. Un ejemplo de ello es la última columna “Capitalismo neoliberal” de Agustín Squella. Permítaseme citarla textualmente:

“El capitalismo es un sistema económico, un modo de producción y asignación de bienes, como también de acumulación de riqueza, mientras que el neoliberalismo es más que eso”. Ahora, piensa el lector, viene la explicación de la diferencia. Para su frustración, se encuentra con lo siguiente:

“Visto con objetividad y sin utilizarlo como una palabra con la que reunir todos los males que vemos en las sociedades contemporáneas, el neoliberalismo, que formula planteamientos de orden económico, es también una antropología (concepción del ser humano), una sociología (visión de la sociedad), y una filosofía moral (idea de la justicia, en particular de la justicia social)”. Entonces, se pregunta el lector, el neoliberalismo es… ¿qué antropología, qué sociología y qué filosofía moral? Pues, no se aclara.

¿Será la utilización de vouchers para la educación? ¿O la capitalización individual en la acumulación de fondos para pensionarse? ¿O los seguros privados de salud? ¿O los impuestos bajos? ¿O el interés propio? ¿O la codicia? ¿O la escuela de economía de Chicago? ¿O alguna vaga referencia a los premios Nobel Milton Friedman o Friedrich von Hayek, o a los políticos Ronald Reagan o Margaret Thatcher? ¿O todo lo anterior metido en una juguera para indeterminar su significado aún más?

Por ahora, y mientras no haya pruebas en contrario, se debe concluir que “neoliberalismo” no es más que un eslogan carente de contenido preciso, utilizado con el subjetivo y particular significado que en ese momento tenga en mente quien se considere su detractor.

Álvaro Fischer