Dios salve a Monsalve; a Manuel Zacarías Monsalve, el subsecretario del Interior.
El lunes de esta semana el subsecretario Monsalve marcó un antes y un después en el tema del orden público en nuestro país. Ojalá sea el comienzo de un camino hacia la recuperación del respeto a la ley y a la autoridad. Suena solemne lo que digo, como discurso de logia, pero vale la pena el tono.
Es que después del 18-O se llegó en Chile a un estado de cosas en que Carabineros dejó de usar la fuerza para imponer el orden. Para detener a una persona que cometía un delito, como lanzar una bomba incendiaria, lo usual era que un policía corriera detrás del sujeto intentado taclearlo, como en el rugby, para así detener su huida. Lo vimos durante meses.
Pero el lunes, el subsecretario Monsalve salió en defensa de un carabinero que le disparó a un tipo que amenazó con lanzarle un bloque de cemento en Talagante.
Esto dijo textual: “Quiero reiterar el concepto de uso proporcional de la fuerza, muchas veces se confunde. Tiene que darle una ventaja al personal policial, no que se vaya a usar el mismo nivel de fuerza, sino que justamente la policía tiene que usar un nivel de fuerza superior para reducir y controlar a quien está cometiendo el delito. Es lo que ocurrió en Talagante”.
Como ven, después de semanas de promesas provenientes desde el Gobierno respecto de que ahora sí que sí se pondrían firmes contra la violencia y el delito, Manuel Zacarías finalmente mostró un camino concreto hacia la tierra prometida.
Y a partir de ese día comenzaron a ocurrir milagros. Carabineros —que ahora puede jugar con ventaja— empezó a usar sus armas con confianza, comenzaron a sucederse las detenciones de delincuentes, ocurrieron expulsiones de inmigrantes ilegales, la ministra Tohá endureció el tono y el Presidente Boric habló también en la misma línea de Monsalve.
Creo que Monsalve es “El Camino”. Al menos en el tema de orden público ha conducido dando la “vuelta en U” que le han recomendado al Gobierno. Como si Dios fuese su copiloto, como si Dios guiara sus manos. Hay que dejar que Monsalve mantenga la ruta y firme el volante. Y ojalá no lo presionen desde el oficialismo para hacer algo distinto. Yo pondría un cartel fuera de su oficina que dijera: “No hable con el conductor”. Es que el país está convertido en un “valle de lágrimas”, como dicen los religiosos, o en “un desastre”, como diría Carlos Peña en versión laica. Y el comienzo de la redención es la senda dibujada por el subsecretario.
Hace años había una campaña gráfica en las carreteras que hablaba de Carabineros como “un amigo en su camino”. Ese afecto hacia los policías uniformados se fue enfriando con el tiempo hasta que prácticamente desapareció con el “octubrismo”. Pero ahora está de vuelta. Y gracias al subsecretario Manuel Zacarías Monsalve, los “amigos en su camino” ahora también serán “amigos con ventaja”.
Así sea, amén. La cara de niño bueno no estaba pintada. Dios salve a Monsalve.