El próximo martes, Magallanes y Cobreloa protagonizarán un cierre del torneo de Primera B apasionante. Apenas separados por dos puntos —los carabeleros tienen 69 unidades y los loínos, 67—, definirán en sus respectivos cotejos (ante Recoleta y Santiago Morning) cuál de estas históricas instituciones volverá en 2023 al fútbol de honor.
Los merecimientos de ambos están a la vista.
Magallanes ha sido líder durante gran parte del torneo, y pese a que no supo mantener la gran diferencia de puntaje que en algún momento tuvo en la tabla, sí ha demostrado en el tramo final del campeonato la capacidad para retomar la senda futbolística y levantar la bandera de favorito para el ascenso (sin olvidar que, paralelamente, es finalista de la Copa Chile).
Cobreloa, en tanto, ha sido menos regular y más batallado. Producto de lo que parece ser una eterna guerrilla dirigencial interna, los de Calama han debido remar contra la corriente durante todo el año y, aunque parezca increíble decirlo, que hoy estén en la primera línea para subir se parece mucho a un milagro.
En esta interesante e infartante lucha por el premio mayor de la B, sin duda que es preciso resaltar las figuras de quienes han conducido a estos equipos y que representan generaciones y visiones distintas desde el punto de vista del trabajo técnico: Nicolás Núñez y Emiliano Astorga.
¿Acaso están ellos en las antípodas? ¿Son químicamente diferentes?
Por cierto que no. Ambos presentan propuestas y formas de enfrentar su labor que pueden ser similares en alguna forma. Los dos ponen mucho acento en las posibilidades que les entregan los jugadores con los cuales cuentan y hasta se puede señalar que, en el fondo, tienen amarrado el concepto del equilibrio colectivo por sobre el desparpajo individual que podrían exhibir algunas de las figuras que dirigen.
Pero es verdad que no son iguales y que difieren en algunas cosas.
Núñez, qué duda cabe, representa la modernidad, no entendida ella por la utilización obsesiva de los recursos tecnológicos, sino que en la posibilidad que ella entrega para a partir de ahí variar ideas y conceptos. Es algo más científico lo del DT de Magallanes, si se quiere, porque no se amarra a filosofías únicas, sino que es capaz de hacer transformaciones en el perfil de su equipo de acuerdo a las circunstancias y a los datos que el encuentro y los rivales le entregan (y tiene a César Cortés en la cancha para que sea su mariscal de campo en la puesta en práctica de dichas variaciones).
Astorga, en cambio, es más un entrenador de sensaciones, de ojo, de gustito. El DT de Cobreloa no se aferra a las tendencias que se imponen. Las conoce, las acepta, pero no se amarra a nada, porque siente que ninguna enciclopedia conceptual podrá superar jamás el sentido común ni la capacidad de saber leer el juego y de observar los detalles. Intuición es lo que prevalece en el estratega naranja.
¿Cuál de estas dos visiones, entre la de Núñez y Astorga, es mejor?
Las dos son igualmente buenas e interesantes de analizar. Cuestión de gustos elegir qué camino seguir a la hora de defender principios.
Lo bueno es que la lucha por el ascenso hoy da para conocer y reflexionar sobre ello.