Señor Director:

En la campaña electoral brasileña ha habido una burda utilización de las creencias religiosas para ganar apoyo popular. Bolsonaro ha llegado a decir que Lula tiene pacto con el demonio; este ha replicado haciendo referencia a la participación de Bolsonaro en actividades de la masonería, y ha reconocido públicamente su fe católica.

Esta mezcla de religión y política se da sobre todo en ciertos ambientes evangélicos y del fundamentalismo católico.

Resulta oportuna la declaración de los obispos brasileños que señala: “Lamentamos en este momento de la campaña electoral la intensificación de la explotación de la fe y la religión como forma de obtener votos en la segunda vuelta. Los momentos específicamente religiosos no pueden ser utilizados por los candidatos para presentar sus propuestas de campaña y otros asuntos relacionados con las elecciones”. Condenan enérgicamente el uso de la religión como herramienta electoral.

La tendencia a usar políticamente la religión forma parte de lo que hoy algunos sectores extremos, incluso entre nosotros, llaman “guerra cultural”. Es preciso reafirmar la laicidad de la política, el pluralismo político y la libertad de conciencia.

José Antonio Viera-Gallo