La Copa Chile ya tiene sus semifinalistas, aunque solo una llave inició su disputa. En Talcahuano, Magallanes superó 1-0 a Huachipato en la ida, con una actuación maciza en el primer tiempo. La exigua ventaja fue mayor en el campo de juego, en quizás la mejor actuación de los “carabeleros” en la temporada, por la instancia y la envergadura del rival. El colombiano Yorman Zapata fue una saeta por el sector izquierdo.
En el “Luis Navarro Avilés” de San Bernardo, la escuadra de Nicolás Núñez intentará acceder a una final que ratificaría su extraordinario 2022, aunque la evaluación definitiva dependerá de si el equipo asciende.
La última serie de cuartos de final, protagonizada por Universidad de Chile y Universidad Católica, ilustró el momento del fútbol chileno. Un partido que se interrumpió porque un descerebrado de la barra de la UC lanzó una bomba de ruido que dañó al arquero azul Martín Parra. El cotejo se reanudó en Rancagua, dos semanas después, con las tribunas vacías. El equipo de Sebastián Miranda fue superior.
Es fútbol ficción, pero el proyectil lanzado por el delincuente que fue al estadio en Valparaíso selló la eliminación cruzada. En el contexto del duelo disputado el 28 de septiembre, el 1-0 parcial de Fernando Zampedri marcaba el trámite de esa jornada. Con su gente, abriendo la cuenta temprano, las opciones del conjunto de Ariel Holan crecían. Con otros protagonistas, con la pausa larga y un ánimo distinto (la victoria sobre La Serena es un dato), el escenario de los 84 minutos restantes era diferente.
No es culpa de Universidad de Chile. Sebastián Miranda muestra convicción, pero ante todo, sentido futbolístico. Eligió a Nery Domínguez y Luis Casanova como centrales, quienes poseen oficio y un sólido juego aéreo. En el lateral derecho Yonathan Andía levantó su rendimiento y en la mitad del campo prefirió usar a Emmanuel Ojeda como solitario mediocampista central. El clásico “5” rioplatense, que muchas veces no se acomoda cuando tiene que compartir la zona de la recuperación.
Otra del DT es entregarle la manija a Lucas Assadi, ubicándolo detrás de los delanteros, y mandar a Darío Osorio a la izquierda. El zurdo, en la era de Diego López, se movía en la derecha y su enganche hacia adentro ya no generaba sorpresa. Cristián Palacios es otro acierto del exlateral. El uruguayo era uno de los villanos de la campaña, hasta que Miranda le devolvió la titularidad y aprovechó su olfato en los metros finales. Nada está asegurado, pero en la primera quincena de octubre la U lava las heridas de casi 10 meses de palos de ciego. Unión Española la espera en semifinales.
En Universidad Católica, el mazazo es grande. La Copa Chile era una ruta directa a la Libertadores 2023. Ahora no depende de sí misma. La Copa Sudamericana es un premio de consuelo. Ariel Holan defendió su planificación en Rancagua, pero a todas luces el planteo no funcionó. La siguiente temporada no será fácil. Sin San Carlos de Apoquindo, con el Estadio Nacional cerrado hasta el final de los Panamericanos, con un clima social áspero, que genera incertidumbre todas las semanas, la tarea del entrenador es compleja. Los contratos pueden decir muchas cosas, pero a nadie extrañaría que, ante el panorama futuro, Holan evalúe su continuidad. No es un despropósito.