Señor Director:

Finalmente, después de largos cuatro años, el Senado, por amplia y transversal mayoría, ha aprobado, en último trámite legislativo, el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, más conocido como TPP11.

Solo falta que el Poder Ejecutivo lo promulgue como ley de la República, y lo comunique y deposite en la Secretaría del Tratado —en Nueva Zelandia—, para que empecemos a ver sus frutos, al incorporarse Chile a la agrupación de libre comercio plurilateral más grande del mundo.

El planeta, y nuestro país no es la excepción, está viviendo una seria crisis política y económica de consecuencias imprevisibles. Lo único que necesitamos son señales de estabilidad y crecimiento, que el TPP11 comienza a generar desde ya. Nuevos empleos, estimados en 300.000, y generación de divisas serían las consecuencias directas de la puesta en marcha de este tratado. Gracias a él, Chile incorpora una lista de 3.000 nuevos productos exportables, la mayoría producidos por pymes, golpeadas por la crisis económica, política y social que nos azota.

Sin embargo, llama profundamente la atención que nuestras autoridades quieran iniciar nuevas negociaciones con los países firmantes, para obtener condiciones sobre el tratamiento de controversias, que no contempla el tratado original, y que se ven de difícil éxito. Además, tenemos TLC vigentes con los firmantes que incluyen mecanismos legales eficaces para resolver disputas.

Asimismo, sorprende que estas mismas autoridades señalen que una demora adicional para la puesta en marcha del TPP11 no ocasionará grandes daños económicos (“no mueve la aguja”), cuando en Chile se anuncia el comienzo de una recesión.

¡No podemos seguir esperando!

Francisco Silva S.
Ingeniero civil