Leo lo de Hans Niemann y pienso en todo lo que sufre el deporte en estos días de confusión, incertidumbre y roces con la parte fea del mundo. Para empezar, en el posible uso de la tecnología para fines perversos, en este caso para hacer trampa en el ajedrez, con seguridad el deporte menos cercano al fraude, aunque sí a la estrategia.
¿Cómo podría algún genio “soplarle” una movida a un jugador de nivel internacional que enfrenta al campeón del mundo? Lo cierto es que el campeón acusó de cometer trampa al estadounidense de 19 años y se retiró del partido. Y más adelante, al reencontrarse, dijo que jamás volvería a enfrentarlo.
Niemann ha dicho que está dispuesto a jugar desnudo, luego que se insinuara que porta en su cuerpo algún artefacto que le trasmite los “datos”. Incluso se dijo que seguramente lo lleva en el ano.
El asunto es todavía muy confuso, pues Magnus Carlsen, el campeón mundial, no ha aportado ninguna prueba.
Sí aportan, en cambio, las que confirman casos de arreglo de partidos en el tenis y con cierta frecuencia son castigados deportistas que han cedido o ganado encuentros con resultados decididos fuera de las canchas. El panorama general es espantoso. No solo aparecen deportistas involucrados, sino también jueces de silla, uno actualmente en proceso y otro desvinculado de por vida. Y, para variar, un chileno entre ellos: Sebastián Rivera, excompetidor y ahora entrenador, quien fue suspendido provisionalmente.
Existe la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA), que tiene un movimiento permanente por la suma de casos.
Ahora bien, ¿quién está detrás? Los que fuerzan a los protagonistas son apostadores. Gente que apuesta a todo y que presiona a los deportistas, árbitros y a cualquiera que pueda incidir en un resultado.
Cuando las apuestas suben de pronto en forma llamativa en las distintas casas, de inmediato se observan cambios notorios en el desempeño de los competidores.
No hay noticias de que esto suceda en el caso de Hans Niemann, que es escaneado de cabeza a pies al entrar a cualquier competencia.
Las apuestas son en nuestros días el peor enemigo del deporte, un cáncer que avanza inexorablemente y que en Chile tiene a las casas de apuestas en observación.
En esta columna el tema habitual es el fútbol y su entorno, también afectado por la corrupción y otros vicios y payasadas, como la del alcalde de Antofagasta contra los “Pumas”. Se debe reconocer, sin embargo, que la enorme atención que captan las irregularidades futbolísticas se debe a la resonancia de la actividad y no a que sea especialmente perversa, que es lo que se intenta probar en esta columna.