¿Cómo fue que el debate constitucional se convirtió de pronto en un mero asunto de “bordes”? Es que todos los políticos plantean en estos días que la clave de lo que viene es definir “los bordes” que debe tener el nuevo proceso constituyente posplebiscito del 4 de septiembre, en que la opción Rechazo venció con el 62% de los votos.
El tema de los “bordes” tendría que ver con evitar que el renovado intento de redactar una nueva Constitución se “desmadre” (el término tiene que ver con un río que se sale de cauce).
O sea, el objetivo es ponerle orilla al asunto y así no repetir la experiencia desmesurada e indeseable de la Convención, que concluyó con un rotundo repudio ciudadano. Tiene sentido.
Y así fue como en el Congreso Nacional los parlamentarios —recién asumidos— iniciaron la tarea de definir los famosos “bordes”, como si fuesen una verdadera “comisión de límites”, del estilo de los que existen en los procesos de demarcación de fronteras entre países colindantes.
Los límites que se discuten aquí son cuestiones bastante elementales y lógicas, como mantener los tres poderes del Estado, como ocurre desde hace siglos en la mayoría de los países civilizados. O desechar la impopular idea de la plurinacionalidad. O no volver a poner en duda la existencia de Carabineros como guardianes del orden. O definir si Chile será un Estado social de derecho. O conservar la existencia de un Banco Central autónomo. O respetar el derecho a la vida.
Eso es de lo que se está conversando entre los parlamentarios; ni más ni —tampoco— menos.
Pero entre nosotros, con la confianza que nos tenemos en estos 20 años que acaba de cumplir esta columna de opinión, ¿no les parece que las cuestiones que están resolviendo los legisladores son bastante más que “bordes”?
Yo les digo a ellos ¿para qué se hacen los políticos limítrofes cuando en el fondo están definiendo no los bordes, sino el corazón de la Constitución? ¿Para qué simulan ser dermatólogos cuando son cirujanos haciendo un trasplante de corazón? Y si sienten que tienen la legitimidad para entrar a definir los elementos esenciales del nuevo texto constitucional, ¿por qué entonces no hacen la pega completa? Los parlamentarios fueron elegidos por la gente, como sus representantes, y les pagan no poca plata para hacer la pega. Entonces deberían hacerla.
Al ponerle los bordes al caudal de agua, en el fondo están dibujando el río. En este caso, los bordes son el río.
Señores parlamentarios, ustedes no son políticos limítrofes, son mucho más que eso. Créanse el cuento, hagan la pega, definan, corten, lleguen a acuerdos, y luego propongan un buen nuevo texto constitucional a los chilenos. Ya hemos demostrado que sabemos distinguir entre lo que nos gusta y lo que no nos gusta, entre lo que nos conviene y lo que no. No nos tengan pendientes de ir a votar de nuevo para elegir nuevos convencionales, ni de estudiar de nuevo un borrador, ni de estar preocupados de si los nuevos convencionales son serios o son payasescos. Hagan la pega bien esta vez. Y nosotros tendremos la última palabra. No sean limítrofes.