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Editorial
Sábado 24 de septiembre de 2022
El comienzo del fin de la pandemia
Comienza a reinar un cauteloso optimismo en los ámbitos de la salud.
La pandemia parece estar tocando a su fin. Así lo ha señalado, entre otros, el director general de la Organización Mundial de la Salud, OMS, lo que se ha unido a los cambios en las disposiciones restrictivas que afectaban a muchos países. En Chile, la autoridad ha comunicado que se pondrá fin a la obligación de usar mascarillas, junto a otras medidas, reveladoras del cauteloso optimismo que comienza a reinar en los ámbitos de la salud. La existencia de la enfermedad, el covid, y el problema que representa el virus, no han desaparecido ni mucho menos, pero sí las condiciones están dadas para que el país se abra a una nueva etapa. Han contribuido varios factores, como la exitosa campaña de vacunación, la difusión hasta el cansancio de las medidas generales, como el uso de la referida mascarilla, el lavado frecuente de manos, la distancia social y otras. Quizá, debería agregarse, y no en menor medida, la evolución que ha experimentado el virus mismo.
Nadie puede dar seguridades respecto del futuro del comportamiento de un agente infeccioso que ha resultado ser toda una sorpresa. Por ello, es positivo que se haya extendido la alerta sanitaria hasta fin de año, lo que permitiría adoptar nuevas medidas de ser necesarias e, incluso, retroceder en las decisiones recientes. La obligación de llevar la mascarilla es la más simbólica y la que más controversias ha generado. Su implantación fue muy discutida, pues la OMS se oponía a ella y fueron las autoridades de distintos países quienes la difundieron hasta que los hechos demostraron su utilidad.
Pero con las vacunas, que aparecieron en diciembre del 2020 y comenzaron a administrarse a comienzos del año pasado, se inició el cambio profundo que pondría al resguardo a la población. También con ellas la población tomó conciencia de la rápida mutabilidad del virus SARS-CoV-2, puesto que al poco tiempo habían surgido nuevas variantes. La OMS comenzó a nombrarlas según el alfabeto griego y en unos diez meses se había avanzado de la primera, Alfa, a la Omicrón, la decimotercera. Con esta las cosas parecieron estabilizarse, pues continúa siendo la cepa dominante durante ya trece meses, sin que aparezcan más que pequeñas variaciones. Las nuevas vacunas ya se han adaptado para conseguir su máxima efectividad con Omicrón, pero nadie puede predecir cuál será la evolución futura y si será necesario o no seguirlas cambiando, como se hace con la influenza.
En los comienzos de la primavera, ha llegado el momento propicio para comenzar una nueva etapa. Pero se trata de un manejo delicado y altamente sensible, puesto que la pandemia ha causado daños irreparables a la humanidad. El índice más elocuente ha sido el retroceso en la expectativa de vida, observado en casi todos los países investigados, incluido Chile. Ni los más ricos ni los más pobres han quedado libres de sufrir muertes en exceso. En esta etapa deberán mantenerse muy atentas las autoridades y la población sobre los eventuales cambios que puedan surgir en la evolución de la enfermedad y puede asegurarse que habrá opiniones variadas, en especial con la suspensión del pase de movilidad o con los programas de vacunación más permanentes. Pero es seguro que algunas medidas excepcionales habrán de mantenerse.