Señor Director:

Después de un extraordinario concierto de la banda inglesa Coldplay en el Estadio Nacional, el desconcierto de quienes llegamos en automóvil fue total. Cientos de partes cursados por ávidos funcionarios municipales que no aparecieron cuando los “dueños” de la calle cobraban, sin vergüenza alguna, diez mil pesos a cada vehículo que se estacionara. Tampoco estuvieron ayudando a dirigir el caótico tránsito posconcierto. Solo estuvieron esperando detrás de cada árbol silenciosamente para ver quiénes caían en la millonaria trampa del empadronamiento.

En el recinto no se habilitaron estacionamientos, el metro funciona solo hasta las 23:00 horas…, pero las arcas municipales rebosan con los derechos e ingresos que nuestro modelo económico le entregará a un municipio que no cree en el modelo ni en sus virtudes ni defectos.

Al llegar a mi casa imagino cómo habrán dormido los empadronadores calculando las ganancias.

Jorge Marchant Santa María