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Editorial
Lunes 12 de septiembre de 2022
Política monetaria e inflación
El proyecto de Presupuesto será determinante para el proceso de contención inflacionaria.
La publicación del Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre dio cuenta del complejo panorama macroeconómico que enfrenta el país, con una inflación alta y una economía entrando en etapa recesiva. Como bien calificó la presidenta del Banco Central, Rosanna Costa, esta difícil situación exige una alta responsabilidad de todas las instituciones que cumplen roles económicos.
Desde el punto de vista monetario, el principal desafío para el Central es que el fenómeno de continuas alzas de precios va acompañado por un aumento sostenido en las propias expectativas de inflación. Esta inercia inflacionaria es particularmente dañina, pues aumenta los costos —en términos de impacto en la actividad económica— que acarrea enfrentar el problema. El IPoM y la decisión de subir la tasa de interés de política monetaria en 100 puntos base reflejan la determinación del instituto emisor de no cejar en el que es su principal objetivo.
El actuar del Banco está determinado también por los efectos de la evidente desaceleración en que está entrando la economía, que deberían anticipar menores presiones de precios en los trimestres venideros. La profundidad de la recesión el próximo año es incierta, pero, según las estimaciones del IPoM, una caída del PIB en torno a 1% podría llevar la inflación a niveles menores a 4% a fines de 2023.
En contraste con informes anteriores, en esta ocasión las proyecciones asumen que el peso se mantendrá en niveles similares a los actuales durante varios trimestres, por lo que la desinflación no descansará en una apreciación cambiaria. Aquí radica uno de los riesgos del escenario planteado. La fuerte revalorización del peso en las semanas previas al plebiscito pudo haber reflejado un cambio favorable en el panorama económico. Sin embargo, la fuerte depreciación del viernes, en respuesta al anuncio del Banco Central de disminuir su programa de intervención cambiaria, sugiere que la volatilidad continuará y que incluso podría aumentar en las próximas semanas, cuando dicho programa desaparezca.
Por último, la dinámica que tome la política fiscal a partir del proyecto presupuestario que presentará el Gobierno en las próximas semanas será también un determinante importante en este proceso. Si la desaceleración termina siendo compensada con un significativo impulso fiscal, el desafío para la política monetaria será aún mayor.
Hace bien el Banco Central en tomar una pausa para evaluar la trayectoria de la inflación, la velocidad de la contracción económica y la dinámica cambiaria. Con la tasa en 10,75% y habiendo mostrado un importante compromiso con su meta, el Banco tiene espacio para ello. Sin embargo, esto no debe ser interpretado necesariamente como una señal de que el ciclo de alza de tasas ha terminado.