Chile rechazó de forma categórica la propuesta constitucional. Obteniendo casi un 62% de los votos, y a la sazón de una participación electoral inédita asociada al voto obligatorio, la opción Rechazo se impuso con una amplia mayoría. Una ganancia democrática, sin duda, pero que nos pone ante una nueva paradoja: ganó el Rechazo, pero ¿qué es “el Rechazo”? ¿Quiénes y qué rechazaron?
El Rechazo constituye no solo una mayoría, sino que se trata de una mayoría diversa y transversal. En efecto, el Rechazo triunfó quizás justamente por incluir bajo su alero una diversidad de actores y múltiples intereses: de derecha, de centroizquierda, de 338 comunas (contra ocho), de sectores vulnerables y privilegiados, de norte a sur, de hombres y mujeres, jóvenes y viejos, etcétera.
En ese sentido, el triunfo del Rechazo se explica multifactorialmente, es decir, no fue solo una razón o causa la que le aseguró el éxito. Y de eso no cabe duda: pues, por más que la desinformación y las fake news seguramente tuvieron un rol en el comportamiento de algunos votantes, sería miope atribuirle solo a ello el triunfo del Rechazo.
Así, en el plebiscito de salida pareciera que ocurrió exactamente lo que sucedió en el plebiscito de entrada —pero al revés.
Mientras que en el 2020 un 80% votó a favor del cambio constitucional porque la opción Apruebo abarcaba una serie de ideas y demandas que conformaban a una gran mayoría; en el plebiscito recién pasado fue la opción Rechazo la que logró convocar por incluir una amplitud de posibilidades que resultaron atractivas a la mayoría de los votantes —incluyendo de forma paradigmática a quienes por vez primera sufragaron.
Justamente estos últimos, pareciera ser, fueron claves para que el Rechazo obtuviera una victoria tan contundente. Y es que la enorme brecha entre una opción y la otra, una que nadie imaginó, se explica en buena parte por el aumento de la participación: votaron casi 13 millones de personas; y de los cinco millones de nuevos votantes dos de cada tres optaron por la opción Rechazo. Ahora, y como decíamos antes, sabemos que la gran mayoría de Chile rechazó. Pero, preguntemos de nuevo, ¿qué se rechazó? Pues de ello, tenemos más dudas que certezas.
¿Por qué se inclinó la mayoría de los nuevos votantes por la opción Rechazo? ¿Qué rechazaron?, ¿la propuesta misma?, ¿la gestión de Boric?, ¿el trabajo de la Convención?, ¿la plurinacionalidad, la paridad, el ecologismo y los derechos más bien progresistas contenidos en la propuesta?, ¿rechazaron para mantener la Constitución vigente?, ¿o para hacer otra nueva mejor?, ¿para “salvar” a Chile del comunismo?, ¿por temor a perder sus viviendas o por algún otro fake? Todas estas preguntas se irán respondiendo paulatinamente. Mientras convenga al menos tener claro que existen.
Pero, además, el triunfo del Rechazo —y pese a la decepción que sentimos los adherentes del Apruebo— nos pone ante un nuevo escenario político donde tanto la derecha y la izquierda tendrán una oportunidad inédita para renovarse. Pues, mientras la derecha tiene hoy la oportunidad de incluir derechos progresistas y liberales debido a las exigencias emanadas durante el proceso constitucional; la izquierda —sobre todo aquella liberal y renovada— deberá revisar mejor su diagnóstico respecto de las necesidades y demandas genuinas de Chile; deberá seguramente hacer un trabajo mucho más profundo de escucha, atención y desmoralización.
El triunfo del Rechazo trae además otra paradoja. Se rechaza una propuesta constitucional, Chile dice que no la acepta, pero de ahí poco sabemos de lo que quiere. Así, siendo justos, lo ocurrido no solo representa un fracaso del Apruebo, sino también, el fracaso de haber logrado un mínimo de acuerdo respecto del país que queremos; de haber logrado un debate constitucional amplio respecto de los contenidos de la propuesta. Pero dado que la propuesta fue elaborada durante el gobierno de Sebastián Piñera, y el exmandatario no realizó esfuerzo alguno en favor de alfabetizar constitucionalmente a la ciudadanía, era imposible más ni mejor.
Pero hoy el tiempo es otro —y en este Gobierno el proceso constituyente será conducido seguramente muy al revés del anterior.
Diana Aurenque
Directora Departamento de Filosofía Usach.