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Editorial
Miércoles 07 de septiembre de 2022
Más allá del bochorno
Cabe esperar de Carolina Tohá una conducción convocante y que efectivamente logre imprimir un nuevo tono al discurso del Gobierno, lejos de sectarismos.
Después de los resultados del domingo se podría haber esperado que el Presidente de la República, Gabriel Boric, tomara varios días para reflexionar sobre lo sucedido e hiciera una debida autocrítica junto a sus dos coaliciones, para luego recién anunciar los cambios en su equipo. La contundencia de la derrota en el plebiscito, en que la diferencia y número de votos de la opción Rechazo estuvieron por sobre cualquier pronóstico, aconsejaba no precipitarse, sobre todo teniendo en consideración la forma imprudente en que se habían involucrado en la campaña el propio Presidente y su gobierno. El mandatario parece haber optado, sin embargo, por intentar dar vuelta rápido una página amarga para él, como si fuera más relevante cambiar la agenda que hacer un adecuado diagnóstico y evaluación de lo acontecido. Demasiadas señales observadas en este cambio de gabinete sugieren la ausencia de esto último o al menos un análisis insuficiente de la situación. Buena muestra fue su discurso, en que se limitó a abordar superficialmente lo sucedido el fin de semana e insistió en no dar “ni un paso atrás” en las reformas estructurales, como si los problemas de los cambios propuestos en el programa de gobierno fueran solo un asunto de gradualidad y no también de contenidos.
El bochornoso espectáculo de ayer confirma que la improvisación tiene sus riesgos: el recién nombrado subsecretario del Interior tuvo que dejar su cargo solo minutos después de que se anunciara su nombramiento oficialmente. Todo ello, cuando trascendieron en los medios antiguos comentarios suyos en redes sociales. Se trataba de información pública de fácil acceso que era, no obstante, desconocida por la Presidencia. Más allá de este episodio puntual, que provocó que volviera a esa Subsecretaría quien minutos antes iba a ser nombrado ministro de la Secretaría General de la Presidencia y se buscara contra el tiempo, con la prensa y los canales de televisión esperando, una reemplazante para ese cargo, lo sucedido deja abierta una serie de aprensiones e interrogantes.
Si la seguridad es una de las tareas prioritarias del Gobierno, como afirmó el Presidente en su discurso, ¿cómo se explica lo ocurrido?; aun sin considerar los desafortunados comentarios sobre Carabineros o el “Wallmapu”, ¿cuál era la estrategia buscada al nombrar a un militante del Partido Comunista, sin mayor experiencia en la materia, en el puesto más relevante para la mantención del orden público? Y es que resulta evidente que mantener al subsecretario Monsalve en Interior —quien ha sido transversalmente bien evaluado— es muy distinto que ubicar en esa posición a alguien sin experiencia y miembro de una colectividad que en la Convención era partidaria de eliminar el estado de sitio y el de emergencia, y que no ha dudado en afirmar que tiene un pie en el Gobierno y otro en la calle. Si bien cabe valorar la posterior rectificación presidencial frente a una decisión que se hacía insostenible, es comprensible la molestia del Partido Comunista: lo ocurrido no solo los expuso innecesariamente, sino que se vuelve a dar la señal de que habría ciertos cargos vetados para ese partido.
El espectáculo de ayer, sin embargo, no puede ocultar la trascendencia de la llegada de Carolina Tohá a Interior (PPD), Ana Lya Uriarte (PS) a Segpres y la mantención de Manuel Monsalve (PS) en la Subsecretaría de Interior. Con ello, el eje del Gobierno sufre un giro ostensible, y ahora el llamado “Socialismo Democrático”, vinculado a la ex-Concertación, pasa a tener el control de los puestos ministeriales clave: no solo en materia económica, con Mario Marcel en Hacienda, sino también en el área política (incluyendo la relación con el Congreso) y de seguridad. Un escenario impensado hace solo algunos meses, y que da cuenta del rápido deterioro de la coalición Apruebo Dignidad, que fue la que ganó las elecciones presidenciales. En la práctica, nombrar a Tohá en Interior es un gesto presidencial que implica ceder protagonismo —y una cuota relevante de poder—, especialmente considerando la trayectoria de la nueva ministra y sumando la salida de Giorgio Jackson del comité político (su más estrecho colaborador, quien, en una controvertida decisión, tendrá otra oportunidad, esta vez en el Ministerio de Desarrollo Social). Cabe esperar que la nueva conducción política de Tohá sea convocante y logre imprimir en el Gobierno un tono más conciliador, muy lejos de la arrogancia, el sectarismo y las pretensiones de superioridad moral que han estado presentes en demasiadas autoridades en estos meses.