Leo que “ya no habrá Puntajes Nacionales”. Esto en la PAES (Prueba de Admisión a la Educación Superior), sucesora de la Prueba de Selección Universitaria, de la Prueba de Aptitud Académica y del Bachillerato. Estas pruebas se extienden desde 1850 y comenzarán su próxima experiencia en noviembre próximo con la anunciada PAES.
Las opiniones al respecto están divididas y no corresponde emitir una más en esta columna, para lo que el autor no está preparado, aunque sí es pertinente tocar una arista de esta novedad: el que estos premios nacionales “no serán destacados”. Esto quiere decir que no habrá el tradicional desayuno de los puntajes máximos con el Presidente de la República, y deberá rediseñarse la Beca Puntaje Nacional.
Junto a esto se ubica la idea de eliminar las notas en las calificaciones de la educación básica, incluida en un proyecto de ley presentado en 2018. La idea es eliminar las notas numéricas, yendo a una evaluación del aprendizaje antes que a una calificación que, según sus autores, estresa a los alumnos. Esta existe en Finlandia, país líder, y recién se ha adoptado en España.
Se trata, entre otras cosas, de eliminar la competencia entre los alumnos. Y aquí es donde aparece nuestro tema, porque la práctica deportiva es, básica y esencialmente, competitiva. El proyecto de ley pide la eliminación de las notas entre primero y cuarto básico, una edad en la que, si bien hay competencia futbolística, los técnicos sugieren que los niños “jueguen a la pelota”, se relacionen creativa y amistosamente con ella, antes que luchar por ganar con estrategias y tácticas.
Pero hay quienes sugieren que la ausencia de notas se extienda a toda la educación básica. Y hay entrenadores que predican que se debe competir desde muy niños. Como sea, cabe preguntarse si la ausencia de competencia escolar incidirá en el ánimo de lucha en el futbolista y demás áreas del deporte. Chilenos y chilenas cerca de los 40 años conocieron notas de “Bueno, Suficiente e Insuficiente”. BSI. En azul las primeras, en rojo la última. La competencia debe haber sido la misma. Igual que la evaluación con estrellitas. Y no hay estudios que nos digan que son o fueron más o menos competitivos.
Hoy también se evalúa sin notas en algunos colegios (“logrado”, “medianamente logrado” y “por lograr” son las únicas que he leído) ¿Elimina esa evaluación la competencia? La competencia en el deporte genera estrés, psicológico y físico. Y llega a extremos como el uso de drogas. ¿A dónde lleva a los alumnos, además del temor al castigo de los padres por un 3 o un 2?
El tema se llena de interrogantes. ¿Por qué despreciar y atacar el mérito del que sabe más o juega mejor? ¿El estrés y la competencia no campean también en el trabajo, en los negocios, en la política? ¿Liberar a los niños y adolescentes de la competencia no es evitarles el encuentro con el mundo real? ¿Si mi equipo tuvo una actuación “medianamente lograda” es porque empató…? ¿Eliminamos los goles, como las notas, si los tantos fueron conseguidos por errores del adversario? ¿No deberá haber festejos a los campeones y los triunfadores internacionales no deberán ser recibidos en La Moneda?
El proyecto en debate en el Congreso no se refiere al deporte, sino a la educación. Cierto. Pero en la educación empieza todo.