En el marco de actividades varias con motivo de la visita de los popes de la Conmebol, Pablo Milad nos advirtió que su proyecto está por sobre los nombres, refiriéndose a sí mismo y a Francis Cagigao. La razón es simple: hay elecciones antes del término del año y la continuidad del exintendente no está, por cierto, asegurada. Sí, nos recalcó, la del proyecto, que debería sobrevivir a cualquier contingencia eleccionaria.
Es extraña argumentación la del presidente, porque si algo ha caracterizado su gestión es, precisamente, carecer de proyecto. De sustento programático, de ideas, de convicciones, de línea de trabajo.
Partamos por lo básico. No estamos ni cerca de separar la Federación de la ANFP; no hay esperanzas cercanas de aprobar los nuevos estatutos; no se han aportado ni ideas ni colaboración para el proyecto de ley que modifica las sociedades anónimas y el estado general de la Corporación es deficitario, como el de los clubes.
No hay certeza para la construcción del nuevo Juan Pinto Durán, luego de varios anuncios fallidos; no se ha fortalecido el rol del INAF y, lo que es peor, se ha debilitado en su gestión; no se aprovechó el gran momento de la generación dorada femenina para solidificar la competencia interna y no hay grandes avances en la liga profesional, que sigue programando al arbitrio de las autoridades políticas, policiales o sanitarias.
Esta administración no ha avanzado un ápice en la erradicación de la violencia en los recintos deportivos, lo que ha mermado los aforos y las recaudaciones, perdiendo, además, poder de negociación con las autoridades. Y tampoco ha logrado establecer un protocolo adecuado para sancionar rápida y adecuadamente a los clubes que no logran controlar a sus barristas. No ha mejorado la infraestructura y, es un hecho, se juega cada vez en peores canchas y en horarios más inconvenientes.
Hasta el momento ha sido incapaz de resolver el tema de la Segunda División, que ha generado más líos que beneficios. Los torneos de cadetes no han sido reformados y subsisten los problemas denunciados por los especialistas. Y lo que es peor, la gran apuesta por Francis Cagigao es hasta ahora un discurso enérgico, grandilocuente y castizo, pero que no tiene ni un solo resultado concreto: la selección mayor va en picada, las juveniles siguen sin ser evaluadas porque nos unimos como borregos a la nefasta política de Luque de suspender todas las competencias.
La apuesta de Milad por el referato no ha sido un fracaso; ha sido un escándalo. Con traiciones y zancadillas surtidas, que costarán una fortuna y con un retroceso deprimente. Hoy cualquier club pide audiencia para presionar a los interinos y todo tan normal. No voy a culpar a Milad de la desaparición de pautas éticas de comportamiento directivo, porque eso había sucedido hace rato.
Podríamos seguir, pero el espacio se termina. Solo cabe preguntarse de qué diantres estamos hablando. Y sobre las próximas elecciones no hay que ser adivino ni leer la borra del café para hacer un vaticinio: siempre puede ser peor. Con o sin proyecto.