Señor Director:

En entrevista a CNN, el exvicepresidente de la Convención Jaime Bassa hizo afirmaciones que exhiben una manera de entender el debate político que están en la frontera de lo aceptable en un sistema democrático.

Dice el exconvencional: “Una de las cuestiones en las que pecamos de ingenuos fue en no dimensionar adecuadamente la respuesta y la incidencia que iba a venir desde los poderes fácticos que defienden el statu quo”. Luego, se extiende sobre las mentiras que supuestamente propalan los partidarios del Rechazo y “los buenos argumentos” con los que ellos han contestado, pero “estamos en un contexto en que las buenas razones no son suficientes para derrotar a ese argumento que busca interpelar los miedos más atávicos de la población”.

En buen chileno, se pone el parche antes de la herida y si gana la opción del Rechazo ello sería consecuencia del poder injusto de los “fácticos” y de las mentiras; el problema está en el “contexto”, en que los electores son engañados gracias a un orden social que impide que sus puntos de vista, superiores ab initio, puedan triunfar, lo que —se infiere— sí ocurriría si a la gente se le dijera la verdad y los “poderosos” del sistema no intervinieran.

Al identificar implícitamente su posición con el bien y la verdad, tal parece que la alternativa contraria no tiene derecho a vencer. ¿Qué hacemos entonces, cuál es el sistema en que Jaime Bassa aceptaría la derrota de su posición? ¿Uno en que el voto tuviera un criterio restringido y solo participaran aquellos capaces de evitar que los engañen? ¿O uno en que ciertas personas estuvieran impedidas de expresar sus puntos de vista o en que los medios de comunicación se debieran someter a ciertas pautas para limitar la difusión de determinados argumentos?

La democracia solo funciona sobre la base de la libertad para expresar los diversos puntos de vista, reconociendo a las personas su capacidad de discernir el que prefiere. Por ello, es particularmente importante que, cuando pierden, los políticos respeten a los electores y, si triunfan, respeten a sus adversarios. Jaime Bassa parece no tener disposición a hacer lo uno ni lo otro.

Gonzalo Cordero M.