Cierre temporal de San Carlos de Apoquindo. El 4 de septiembre de 1988, el estadio de Universidad Católica nos sorprendió. Era un avance en medio de recintos vetustos. Esa mañana fue la oportunidad de disfrutar al River Plate de César Luis Menotti. El gol de Claudio Borghi mostró la delicadeza del “Bichi” en la definición en el arco sur.
Hoy se baja la cortina para un plan que en la realidad actual del fútbol chileno es un desafío para todos. Es la piedra angular de un salto adelante que da Cruzados, la sociedad que administra a la UC, que luego de cuatro años de mieles, le toca atravesar el desierto. La Copa Chile o la clasificación a los torneos internacionales marcarían el punto de partida para un proyecto, que por las inevitables salidas de los futbolistas jóvenes (Marcelino Núñez y Diego Valencia) y el agotamiento natural de los veteranos, tendrá que escribirse con otros intérpretes. El dicho popular dice que “hay que caminar y mascar chicle a la vez”. Una analogía que plantea el futuro de la UC: no descuidar el fútbol profesional por las enormes exigencias que implica para cualquier estructura institucional levantar un nuevo estadio con los estándares del siglo XXI.
Esa es la buena. Vamos a las malas.
Un antiguo dirigente creyó leer una fake news cuando se enteró del “fichaje” de Mauricio Etcheverry en Universidad de Chile. No es creíble tanta carencia de prolijidad de Michael Clark, cuestionado por los directores que representan a la universidad, la familia Shapira e incluso Roberto Nahum. Este último ocupa un asiento de Sartor, la empresa que se empeña en mandar al barranco a la pasión de millones de chilenos. Un hecho a todas luces inusual. No sabemos si es falta de pudor, irresponsabilidad o que todo les importa un rábano, pero una cosa es comisionar a la exmano derecha de Sergio Jadue a hablar con la gerencia de Competiciones y otra, muy distinta, juntarse en la sede de la ANFP con la comisión de árbitros.
¿No existe el sentido común en los profesores de los jueces? ¿En qué están pensando cuando reciben a un exdirigente y asesor cuestionado, cuya causa en tribunales con Quilín permanece abierta, aunque sin movimiento? Por si no quieren recordarlo, árbitros y un Quality Manager fueron sancionados por los tribunales de disciplina de la ANFP por su comportamiento y accionar en el partido por la promoción entre Huachipato y Deportes Copiapó. Sin embargo, se reúnen con un apoderado de un club que pelea el descenso, con vínculos además con Deportes La Serena, otro de los que lucha abajo.
Esta ausencia de tino requiere al menos una sanción o una declaración. Lo mínimo es que el oficial de cumplimiento de la corporación, Miguel Ángel Valdés, tendría que haber sido informado y debió estar presente en la reunión con Competencias y el jueves con los árbitros. Pablo Milad, si busca la reelección, requiere observar estos detalles. Los demás cuadros se enteran con incredulidad de lo que sucede. Después de la visita del “Mauro”, como lo llamaban los dirigentes del fútbol, cualquier error arbitral que favorezca a la U o La Serena cargará con una sospecha. Son los costos de permitir barbaridades como las de esta semana.