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Cartas
Domingo 14 de agosto de 2022
Plebiscito y adultos mayores
Señor Director:
En estos días, un ministro del Gobierno insiste en que hay un “quiebre generacional” y que ellos construyen, con espíritu refundacional, para una nueva visión y nuevos valores. No puedo sino observar que algunos jóvenes se niegan a estudiar la historia, a aprender del pasado, de la experiencia y de las lecciones acumuladas con el sacrificio y esfuerzo de muchas generaciones.
Todas las investigaciones recientes demuestran que esa es una manera totalmente anticuada de pensar. Corresponde a los tiempos en que la esperanza de vida rondaba los 50 años y en que muchos “expertos” señalaban que los seres humanos nacían con un stock de “reserva vital” que se iba agotando, hasta que la única opción era recluir a los viejos en un “ancianato” para asegurarles una muerte más llevadera.
Sin embargo, desde muy antiguo, los pueblos más cultos y sabios recurrían a los Consejos de Ancianos o a algunos viejos filósofos o políticos, para que los orientasen y ayudasen a evitar volver a cometer errores del pasado. La historia reciente está llena de ejemplos. Recordemos solo algunos: cuando Alemania estaba destruida, después de la guerra, recurrió a un octogenario Adenauer, que sentó las bases de la actual prosperidad. Por su parte, Inglaterra recurrió a Churchill, primero, para que liderara el esfuerzo de defensa y, luego, para encabezar el proceso de recuperación. Por último, Francia recurrió a De Gaulle para lo mismo. Podríamos seguir con una lista interminable, pero ahora nos interesa el caso chileno.
Los adultos mayores de nuestro país hemos vivido en el último siglo muchas crisis y muchos intentos de “refundar y reinventar el país” en busca de un ideal, soñado, pero impracticable. Los “viejos” sabemos que han tenido, siempre, un costo brutal que, al final, lo han pagado los más necesitados.
Hoy, los adultos mayores somos un tercio de la población de Chile y tenemos una obligación histórica de evitar otro fracaso. Un daño que podría tomar muchos años en reparar, y que nos volverá a etapas ya superadas de enfrentamiento, pobreza y destrucción institucional, como el que estamos viendo en algunos países de la región. Los adultos mayores hemos vivido la historia y sabemos los conflictos que causará una Constitución mal pensada y mal redactada. Somos viejos, pero no tontos ni obsoletos.
Yo llamo a mis contemporáneos, adultos mayores de 60 y más, a no dejarse llevar por el desánimo o la abulia, a no caer en el “todo da lo mismo”, a no dejarse presionar por quienes nos dicen “que nuestro tiempo ya pasó”. Tenemos que, una vez más, dar la cara, acudir a votar y ayudar a evitar que todo lo realizado por varias generaciones anteriores sea destruido por la ignorancia y arrogancia de quienes insisten en desconocer la historia.
Fernán Ibáñez
Miembro de 100 Líderes Mayores