“Hay muchas forestales que están vendiendo porque no les sirve de nada tener los predios tomados. Lo único que quieren es venderlo e irse para otro lado, donde no haya conflicto. Uno puede generar una situación de win-win”.
La reflexión del ministro Jackson sobre las tomas de predios forestales, y la posibilidad de una venta que genere beneficios tanto para las forestales como para quienes tienen tomados sus predios es de la mayor gravedad. En vez de hacer exigir el cumplimiento del Estado de Derecho, su doctrina apunta a buscar una “salida beneficiosa” para ambas partes. Viniendo de una de las más altas autoridades del país, el mensaje refleja una profunda desafección con el derecho de propiedad y, como tal, un desconocimiento de las bases fundamentales del progreso económico. El win-win del ministro es, a corto andar, una gran pérdida para todos quienes buscan progresar a través del trabajo y las oportunidades.
Una visión estática de las relaciones económicas supone que, finalmente, las transacciones son juegos de suma cero. Bajo esa lógica redistributiva, un grupo que se toma un predio que vale 100 le genera una pérdida del mismo valor a su dueño. Así, a partir de esta situación, un acuerdo para venderlo en 50 le permite al dueño recibir algo del valor, mientras el usurpador se queda con el terreno a un precio barato. Esta lógica estática no es muy diferente a la que muchas veces domina el debate tributario, que asume la existencia de un cierto patrimonio o capital estático, que no tiene alternativa cuando se plantea un aumento de impuestos.
Pero la realidad económica es dinámica, y las expectativas sobre qué sucederá mañana son claves para entender los fenómenos de hoy. ¿Qué incentivo existirá a invertir en una faena si el Estado no provee la mínima protección sobre el derecho de propiedad? Si en el corto plazo el capital físico no se puede mover —lo que hace mirar con buenos ojos los impuestos expropiatorios—, ello no significa que no reaccione apenas pueda. La mirada estática del win-win da la espalda a los principios básicos de los incentivos, dando paso a un gran lose-lose.
Desafortunadamente, los antecedentes sugieren que esta visión estática de la sociedad domina el pensamiento de buena parte de quienes hoy ejercen altas responsabilidades. Así, no es solo que las reglas constitucionales no estén claras para invertir, sino que quienes deben hacerlas cumplir parecen desconocer su rol. Quizá ello en parte explica la virtual parálisis que vemos en las decisiones de inversión y de empleo y, más grave aún, amenaza con profundizarla si a partir de septiembre se termina validando la visión de que el momento es ahora, y que el futuro se preocupará de sí mismo.