La investigación de Ciper, en la que se comprueban los nexos empresariales de Victoriano Cerda, Patrick Kiblisky y Michael Clark, no establece vínculos en la propiedad de Azul Azul del controlador de Huachipato (Cerda), y el exdueño de Ñublense (Kiblisky), pero deja un dato duro: la cercanía para acometer transacciones gigantescas, que explican los lazos entre los “acereros” y la U desde que se inició la operación por el paquete accionario de Carlos Heller.
Esto ocurrió en estos últimos tres años, en que nos quisieron decir que las transferencias, a todas luces infladas, por jugadores de tercer y cuarto orden desde Huachipato a Universidad de Chile, o el perjuicio que sufre la U cada vez que cede o “regala” a uno de los futbolistas al cuadro del acero, era apenas una simple coincidencia o un error de gestión.
El aficionado se dio cuenta de que estamos en presencia de una estructura bien montada para controlar el segundo club más popular del país. En el fútbol, para manejar una institución, no se necesita ser dueño. Con disponer de los lazos necesarios y las teclas justas, es posible edificar el tinglado y generar un negocio suculento y opaco, denunciado incluso por Sergio Vargas y Rodrigo Goldberg, testigos en su última etapa como directores deportivos y miembros del directorio de Azul Azul.
Cerda, Kiblisky y Clark no son los únicos intervinientes. Necesitaban alguien adentro, para llevar a cabo el negocio, y el abastecedor de jugadores. Aquí entran a tallar Cristian Aubert y Fernando Felicevich. El primero trajo a los compradores, tendió el puente con Carlos Heller y, en su condición de presidente, director ejecutivo y gerente general, facilitó todo el andamiaje. Felicevich proporcionó la materia prima y nadie más entró, salvo que contara con su bendición. Mauricio Isla, Marcelo Díaz y Tobías Figueroa, por mencionar tres nombres que buscaban llegar al CDA, ni siquiera fueron contactados, a pesar de las propuestas de los cuadros técnicos del club, desestimadas por el presidente Clarke y sus amigos.
En esta historia, Heller también es responsable. Al vender de forma paralela su participación en la Isapre Colmena y sus acciones en Azul Azul, tenía claro que sus contrapartes eran colegas en el Consejo de Presidentes de la ANFP.
Se ha dicho que es necesaria la presencia de la Fiscalía Nacional Económica para que investigue todas las redes existentes en el fútbol, que nos conducen a pensar en una colusión que afecta la transparencia de este mercado. En lo inmediato, Colo Colo, Universidad Católica, Palestino, Unión Española, O'Higgins, Antofagasta, Everton e incluso Coquimbo (a pesar de ser regentado por el empresario de futbolistas Sergio Morales), más otros clubes importantes del Ascenso, como Temuco, Cobreloa, Wanderers, Iquique, Rangers y Copiapó, requieren advertir el peligro que vive la actividad. Sus peleas por un gol, un estadio no arrendado, alguna falta de delicadeza o simplemente caerse mal son nimiedades. Si no se unen, el fútbol se lo llevan para la casa.